El duque de Cádiz es el gran desconocido de los Borbones. Parecería paradójico, ya que tanto en vida como después de su trágica muerte fue un personaje favorito y frecuente de la prensa hoy llamada del corazón. Sin embargo, el público sólo sabe de él que se casó con la nieta de Francisco Franco y que su vida fue un rosario de desgracias que culminó siniestramente como si se hubiera cumplido una maldición: decapitado como Luis XVI en el bicentenario de la Revolución Francesa.
De don Alfonso de Borbón, aparte de las muchas páginas de papel cuché repletas de chismes y crónicas de sociedad, se ha escrito realmente poco en España y de ese poco es aún menos lo rescatable. Algún periodista metido a especialista en monarquía lo calificó de “eterno conspirador” contra su primo el actual rey don Juan Carlos. Otros han visto en él a una persona amargada por un destino ingrato. Hay quien se ha reído de las pretensiones francesas de quien se tituló duque de Anjou y paseó este título por Europa y América en sus últimos años. No hay un solo libro escrito en castellano dedicado íntegramente al personaje. A lo más, algunos capítulos formando parte de un plan más general y en el que sólo se tocan aspectos aislados. Nadie, sin embargo, se planteó hasta ahora abordar la biografía de don Alfonso de manera seria y metódica, consultando fuentes y manejando documentación de primera mano. Es lo que ha hecho José María Zavala en su recién publicada obra El Borbón non grato. La vida silenciada y la muerte violenta del duque de Cádiz.
El libro comienza por el final: los últimos días y la muerte nunca aclarada del primo mayor del Rey. Buena técnica que ya desde el principio engancha al lector, ávido de saber cómo pudo ocurrir un accidente de tales características que haría las delicias de los populares forenses del CSI. Con pericia detectivesca, Zavala nos introduce de golpe en la intriga que rodeó la tragedia de Beaver Creek. Cuando se penetra en los entresijos de una investigación tan inepta por parte de las autoridades del estado de Colorado (cosa que sorprende en un país como los Estados Unidos, que parece la quintaesencia de la eficiencia policial), no se puede evitar pensar en la teoría de la conspiración, aunque ésta aparezca como un recurso muy manido y socorrido en la mayoría de casos de muertes imprevistas y no suficientemente despejadas. El aporte de documentos hasta ahora inéditos sobre las extrañas circunstancias que rodearon la de don Alfonso de Borbón es un mérito indiscutible del autor.
Otro consiste en que el tono mesurado e imparcial del libro, que lo coloca en una saludable equidistancia entre la hagiografía y el libelo. Aborda con gran objetividad temas inéditos en España, como el de los derechos dinásticos indiscutibles del duque de Anjou y de Cádiz, y temas que hasta hoy han sido tabú, como el de las maniobras de las que fue objeto –lo mismo que su padre, el infante don Jaime– para ser apartado del trono español, al cual se hallaba peligrosamente cercano. Tampoco se esconde la innegable actitud de distanciamiento y gratuito desdén de la Zarzuela hacia el primo que, sin duda, se consideraba incómodo en el círculo de don Juan Carlos (actitud, dicho sea de paso, que también alcanza a su hijo Luis Alfonso de Borbón). No se ocultan, por otra parte, aspectos menos halagüeños del biografiado que una pluma aúlica se hubiera ahorrado, pero que, no obstante, contribuyen a dar una imagen humana y creíble de él.
Es de destacar que por primera vez se coloca correctamente a don Alfonso de Borbón en la justa perspectiva dinástica: era el primogénito de los Capetos y en cuanto tal, depositario de la tradición monárquica francesa y jefe de la Casa de Borbón, por encima incluso de su real primo de España. Se hallaba exactamente en la misma situación que otro ilustre príncipe de la Cristiandad: Otto de Habsburgo, heredero de la tradición imperial germánica y austro-húngara. Sin embargo, mientras a éste se le reconoce su innegable rango, al duque de Anjou y de Cádiz se le escamoteó sistemáticamente el suyo, al punto que, hasta en su lápida mortuoria se impidió que figuraran las armas plenas de Francia, su distintivo heráldico.
Zavala aporta también por primera vez datos genealógicos que desbaratan el argumento de morganatismo relativo al matrimonio de los padres de don Alfonso. Con datos precisos nos muestra que su madre doña Emanuela de Dampierre, como esposa del infante don Jaime, era todo menos una advenediza y tenía el mismo rango que la reina Victoria Eugenia, consorte de don Alfonso XIII, nada menos. Así pues, el argumento que en la mente de éste hizo descalificar a su hijo el duque de Segovia y favoreció a don Juan, conde de Barcelona, era por lo menos endeble, tan endeble que el propio rey don Juan Carlos lo ha ignorado a la hora de casar a sus hijos, siendo así que a él lo favoreció (dinásticamente hablando, pues recordemos que nuestro rey fue instaurado y no restaurado).
Capítulo particularmente interesante lo constituye el de la sucesión en la Jefatura del Estado y la presunta rivalidad de los primos Borbones. Era obvio que Franco apreciaba sinceramente al que sería su nieto político y en algún momento lo consideró como una baza útil en el juego sucesorio, pero tenía claro que debía sucederle alguien menos idealista y más pragmático, o sea el hijo del conde de Barcelona. Don Alfonso, por su parte, no descartaba la halagüeña perspectiva de convertirse en rey de España (puesto que daba el perfil requerido por la Ley de 1947) mientras el Caudillo mantuvo la incógnita, pero una vez despejada ésta se sometió deportivamente y accedió a apoyar a su primo.
El Borbón non grato es un libro de amena lectura, ágil (incluso cuando aborda cuestiones especializadas) y, sobre todo, instructivo. Don Alfonso de Borbón, duque de Cádiz y de Anjou ha sido un protagonista de la Historia reciente de España, un protagonista al que se ha pretendido arrinconar y dejar en la sombra, un eterno postergado. En vísperas del vigésimo aniversario de su muerte, José María Zavala ha intentado sacarlo a la luz y creemos que lo ha hecho con bastante acierto. Al menos ha reavivado un debate que hasta ahora se llevaba en plan de cotilleo y lo ha reconducido al plano de la investigación seria, que es en el que debe seguir.
Lea aquí el primer capítulo del libro: http://altera.net/nueva/libros/borbon.pdf