En la Asamblea o 'Ekklesía' no existían concentraciones de seguidores por la sencilla razón de que los partidos políticos o 'hetaireíai' estaban prohibidos.
Los señores del dinero quieren ser también señores de la tierra. Ello da un color muy singular a ese mandamiento predicado desde Davos: «no tendrás nada y serás feliz».