Prosigue la barbarie
Unos energúmenos, miembros del cuerpo profesoral de la universidad de Oxford, han reclamado que, en los estudios musicales, se retire o se reduzca considerablemente la presencia de la música clásica, acusada de «complicidad con la supremacía blanca».
Digámoslo así, esquemáticamente, en forma de lista. Para que quede más sencillo, más diáfanamente claro.
En Italia, hace pocos días, fue trending topic en Twitter el hastag #MenoZecchePiùBistecche para así ridiculizar esa nueva ideología según la cual en Occidente deberíamos convertirnos en devoradores de insectos.
España, puesta patas arriba por un asno que llama música al ruido que producen sus rebuznos.
En los países democráticos, explica Michel Onfray, se ha establecido una nueva dictadura destinada a destruir la libertad, empobrecer la lengua, abolir la verdad, suprimir la historia para reescribirla a voluntad, negar la naturaleza y propagar el odio.
Parece imposible, pero el europeo nativo fabrica y afila el hacha con la que se va a cortar su propia cabeza.
