Y, de repente, ya nadie habla ni de irregularidades electorales ni aún menos de pucherazo. Ni los que pedían volver a contar todas las papeletas, ni los que tendrían que haber estado contándolas. Silencio. Y, sin embargo, todos sabemos que, inmediatamente después del 28 de abril, se pusieron sobre el tapete un montón de irregularidades electorales. ¿Qué ha pasado? ¿Fraude real (en el grado que sea), o paranoia colectiva?
Lo que nos jugamos el 28 de abril