“La Humanidad, que antaño, en Homero, era un objeto de espectáculo para los dioses olímpicos, se ha convertido ahora en espectáculo en sí misma. Su autoalienación ha alcanzado un grado que le permite vivir su propia destrucción como un goce estético de primer orden” —Walter Benjamin
Pocas actividades son más apacibles que la de librero de lance, negocio al que debemos felices hallazgos y tardes enteras de vagabundeo entre los anaqueles de esos comercios.
Después de la mala resaca de los Premios Goya, llega la 95.ª edición de los Óscar, convertida en los últimos años en la escenificación más mediática del así denominado “wokismo”.Después de la mala resaca de los Premios Goya, llega la 95.ª edición de los Óscar, convertida en los últimos años en la escenificación más mediática del así denominado “wokismo”.
En el histrionismo con que se dibuja ese mundo se roza con frecuencia lo caricaturesco, pues la caricatura, el esperpento, son el correlato adecuado a este tiempo de claudicaciones.
El panorama artístico español parece estar muerto. Su correlato social y político no luce mucho mejor. O al revés: un pueblo tan autocomplaciente y tan dócil en lo espiritual y lo material, está acabado.
Gracias a un artículo de "El País" nos enteramos de la escandalosa situación existente en nuestros museos: "raptos, violaciones, humillaciones y toda clase de vejaciones hacia las mujeres están ampliamente representadas en cuadros, dibujos y esculturas".
