Autor:

Ignacio Marina Grimau

De culos, constituciones y obispos

por Ignacio Marina Grimau

Una presentadora ha ofrendado recientemente su culo al amor audiovisual. En tiempos de crisis, algunos se ponen mirando a Grecia, que es tanto como ponerse mirando a La Meca. De todas formas, y se pongan como se pongan, ¿por qué, una vez ofrendado el culo al amor audiovisual, no excretó ante las cámaras? La respuesta es sencilla: porque ya lo hace con frecuencia por la boca.

Muere la mona de Tarzán

por Ignacio Marina Grimau

A la chita callando, octogenaria y de una insuficiencia renal, ha muerto en Florida la mona Chita, que no era Chita sino Jitts; es decir, chico. A la chita callando, Tarzán nos ha engañado y Hollywood nos ha dado mono por mona.

¡Ah, el magisterio de costumbres!

por Ignacio Marina Grimau

Como se puede citar a José Antonio sin ser falangista ni joseantoniano y citar a Marx sin ser marxista ni estar militando en el Pce, recuerdo que aquel joven político e intelectual sostenía que el "magisterio de costumbres y refinamientos" representaba un auténtico servicio social por parte de las presuntas clases superiores, ya saben, la clase alta. Indudablemente, el fundador de la Falange depositaba sus esperanzas en que tal magisterio fuera ejercido por ese sector de la sociedad, sin descartar que procediera de otros sectores o clases. Ahora bien, si es cierto que él dio pruebas de tal enseñanza hasta el punto de morir por sus ideas, no lo es menos que rara vez la clase alta ejerce esa supuesta maestría.

El niño de Rubalcaba

por Ignacio Marina Grimau

El vídeo del niño de Rubalcaba repugna por muchas razones. La principal es que se trata de un asqueroso destilado de la más rancia exaltación de la lucha de clases, lo cual no es precisamente una virtud en una sociedad deteriorada por la dramática crisis económica.

Sartre, el impostor comprometido

por Ignacio Marina Grimau

Cuando Jean-Paul Sartre escribía sobre la desesperación, la angustia y la nada, no hacía sino un ejercicio de retórica, pues, según confesó en cierta ocasión, jamás había estado desesperado. Otra cosa es que el padre del existencialismo, arrebatado por ese "misticismo de las palabras" del que siempre gustó, fuera capaz de engendrar en el ánimo de sus negros prosélitos de las caves parisinas esa angustia y esa desesperación.

Cuando Rubalcaba firma en Twitter como RbCb (Rubidio Columbio)

Tiempos químicos

por Ignacio Marina Grimau

Según el sociólogo Zygmunt Bauman, vivimos en la modernidad líquida, donde todo es heraclítea transitoriedad, dolorida precariedad, incertidumbre angustiosa. No obstante, y a pesar de que la nación coincida en el cuadro patológico con el resto del globo, en España la modernidad es más bien química, lo cual no augura nada bueno.