Cuando Rubalcaba firma en Twitter como RbCb (Rubidio Columbio)

Tiempos químicos

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Según el sociólogo Zygmunt Bauman, vivimos en la modernidad líquida, donde todo es heraclítea transitoriedad, dolorida precariedad, incertidumbre angustiosa. No obstante, y a pesar de que la nación coincida en el cuadro patológico con el resto del globo, en España la modernidad es más bien química, lo cual no augura nada bueno, entre otras cosas porque esta palabra viene del árabe keme, y ya sabe el lector que hay quien relaciona a los servicios secretos de Marruecos con la masacre del 11-M que llevó a Zr (Zirconio) a La Moncloa.

Prueba de esa condición química de la actualidad española es Rubalcaba firmando en Twitter como RbCb (Rubidio Columbio), en homenaje a su doctorado y al Año Internacional de la Química, que se celebra en nuestro país bajo el lema “Química: nuestra vida, nuestro futuro”. En la apertura de tan magno acontecimiento el pasado 8 de febrero, el candidato socialista a la presidencia del Gobierno dijo en el CISIC que la química es “un sector estratégico para la mejora de nuestra calidad de vida y para el futuro industrial del país”. Ya sabemos, pues, en qué pone Rubalcaba sus esperanzas mucho más que en sus enrojecidas e improvisadas medidas económica. ¡En la tabla periódica!

Todo es química, como dicen los profesionales de esta ciencia, quizá atacados de radical materialismo. Química entre RbCB y Zr; entre RbCb y el 15-M; e imposible entre RbCB y el PP. Todo es química: entre Zr y los sujetos de la ex HB. Todo es química taumatúrgica –auténtica alquimia– que hace desaparecer 600.000 jóvenes parados de las listas del Inem, disolviéndolos en la probeta llena de ácido sulfúrico de la exigua pero muy estudiada renta por “contrato de aprendizaje”. Incluso la falta de cordialidad (por culpa de la ministra) entre Sinde y el cardenal Rouco Varela describe el carácter químico de las ventosidades de la chica, que sale por peteneras rosas –y pseudopastorales– en homenaje al Club Gay-Lussac (digámoslo en recuerdo de la coña del inolvidable Campmany) y a mayor gloria de los entretenimientos homoeróticos de Caravaggio. Y también es química –falta de química borbónica respecto a las indiscutibles raíces cristianas de España— la ausencia del rey y del príncipe en la conmemoración del apóstol Santiago.

Con tanta química, al candidato socialista solo le queda transformarse en don Antimo, don Antimonio, que es buen nombre para líder de la oposición. Probablemente, el Psoe quede reducido en las próximas elecciones a grupúsculo gaseiforme y amorfo. Si bien es cierto que las urnas con forma de redoma tendrán dentro de poco la última palabra, la victoria de Rajoy ya es anunciada por las investigaciones demoscópicas, que también tienen que ver con la química entre entrevistador y entrevistado. Este, por cierto, al responder a las encuestas no ha de esbozar la misma sonrisa de madame Curie al serle concedido hace un siglo el Nobel de Química, pues aquí estamos todos desesperados. Y así, Zr y Rbcb, o sea, Zirconio y Freddy el Químico-Cínico serán derrotados por el PP (polipropileno). Química, ¿nuestra vida?, ¿nuestro futuro? ¡Déjese usted de experimentos, hombre!

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