Quién hubiera podido creer que los puñales, esas afiladas y antiquísimas armas largo tiempo en manos tanto de caballeros como de truhanes, acabarían teniendo una íntima relación con la modernidad que la informática e Internet modelan.
Pues resulta que ésta es una de las múltiples cosas que ha producido la invasión migratoria que, propiciada, si no impulsada, por nuestras oligarquías se abate sobre Europa. Un amplio grupo de jóvenes alemanes (que no tienen nada que ver, por supuesto, con los “jóvenes” de “Jovenlandia”) acaba de lanzar una página web destinada a informar de todos los apuñalamientos (graves o leves) que se producen cotidianamente en el país (12 en el último día).
Sólo cuando se trata de casos realmente graves, se informa de ellos en los grandes medios de comunicación. En cambio, los casos menores (aunque susceptibles de originar heridas igualmente graves) sólo aparecen, en el mejor de los casos en escuetas líneas de pequeños periódicos locales. O ni siquiera: la gente se entera por los comentarios hechos de boca a boca.
Par que ello deje de suceder, para que se tenga en todo el país la más amplia constancia de hasta qué punto llegan las agresiones cometidas por puñal, cuchillo o cualquier instrumento cortante, se ha creado esta web en la que se detallan y pormenorizan estadísticamente, día a día, todas las agresiones cometidas en tierra alemana. Es de suponer que los puñales no tendrán sin embargo una presencia exclusiva, de modo que cuando se produzcan otras agresiones (mediante explosivos, por ejemplo) se dará asimismo buena cuenta de las mismas.
Les aconsejamos, amigos de EL MANIFIESTO, que consulten la web en cuestión: https://messerinzidenz.de/ (literalmente: “incidencia de cuchillos”). Está muy bien hecha y es altamente ilustrativa. (Activando el traductor de Google, o cualquier otro, se enterarán de todo.)
Hay sólo una cosa que uno echa de menos. No hay ninguna mención en la web acerca del origen étnico-nacional de los apuñaladores. Lo deben justificar, sin duda, prudentes razones destinadas a evitar la represión —multas, denuncias y hasta encarcelamientos— que pudiera caer contra estos patriotas acusados de “odio racial”. Dado el tono “neutro”, “ecuánime” y “estadístico” que reviste la información proporcionada, dicho riesgo, aunque no desparezca del todo, sí queda muy aminorado.
De todos modos, da absolutamente igual que no figure el origen de los apuñaladores. De sobra sabemos todos de dónde vienen, qué buscan y en qué nos quieren convertir. Tengámoslo presente mientras reflexionamos en la conveniencia de crear en España una web parecida pero extendida también a casos de violaciones, reyertas, puñetazos, okupaciones y las mil otras tropelías que nuestros “bienvenidos refugiados” tan amablemente nos deparan.