El término nacionalismo -como es conocido fuera de Occidente- es sobre todo sinónimo de sentimientos anticolonialistas y antiimperialistas del siglo XIX y XX, es decir, el nacionalismo desde la perspectiva de un asiático, africano, para alguien de Oriente Medio o iberoamericano no es simplemente una afirmación de la identidad étnica y cultural, sino también el rechazo de la colonia blanca o de la autoridad imperial, y hasta cierto punto, de la cultura blanca.
Sin embargo, existe también involucrada una paradoja en el sentido de que el desarrollo de la economía moderna, la tecnología y, en menor medida, las instituciones políticas también son sinónimos del concepto de occidentalización. Porque, a decir verdad, el mundo occidental/blanco inventó la mayor parte de lo que la gente ahora llamaría modernidad. En otras palabras, el mundo occidental/blanco fue el modelo para lo que el resto del mundo quería ser, a pesar de las actitudes negativas hacia las proyecciones occidentales de poder.
Así que cuando los blancos crearon la sociedad moderna, el resto del mundo quería copiar esas sociedades para sí. Cuando los blancos abrazan la “democracia”, el resto del mundo da una especie de abrazo a la “democracia”. Cuando los blancos crearon internet, los coches, y el estilo de vida burgués, el resto del mundo también adoptó internet, los coches, y el estilo de vida burgués. Y cuando la gente blanca abrazó el multiculturalismo y la inmigración masiva, el resto del mundo… eh… todavía estamos deliberando eso.
Así que el nacionalismo en el sentido tradicional de la palabra, según la percepción de una persona con un bagaje no occidental, como yo, es algo que está entrelazado tanto con el rechazo a Occidente, como con la paradójica imitación de los logros intelectuales y tecnológicos de Occidente.
Yo llamo a esto el síndrome “Go Home Yankee, And Take Me With You” [“Yanqui, véte a casa, y llévame contigo”].
Existen muchos relatos sobre cómo esta particular frase se desarrolló aquí en las Filipinas, pero el más común entre ellos era que allá por los años noventa, uno de los que protestaban por la política exterior del tío Sam sostenía un cartel que decía: “Go Home Yankee y Take Me With You“. Y a pesar de que se consideró que era una broma, sus implicaciones son mucho más serias de lo que algunos piensan.
Por supuesto, las Filipinas no son el único país que tiene este tipo de mentalidad. Este tipo de disociación intelectual existe entre las diferentes naciones de todo el mundo, particularmente en relación con el mundo occidental. Lo que esto quiere decir, en mi opinión, es que el concepto de nacionalismo al cual la mayoría de las naciones no blancas todavía se adhieren, es en gran parte anticuado y es incapaz de responder a los desafíos que presentan los partidarios intelectuales y económicos de la globalización y el liberalismo modernosoft-marxista.
Así que lo que estoy diciendo es, que lo que está ocurriendo en Occidente (por ejemplo, las leyes por delitos de odio, la corrección política, la desindustrialización, la inmigración masiva y el multiculturalismo) es un preludio de lo que puede pasar con el resto del mundo. Ya hay pequeños indicios de que el resto del mundo también puede acabar siguiendo el mismo camino que el mundo occidental si continúan las tendencias actuales.
El valor de la Nueva Derecha, tanto en los EEUU como en Europa, es que ofrece una seria crítica intelectual del Zeitgeist [espíritu de la época N.t.] moderno, que va más allá del paradigma posnacionalista. Así que incluso si el objetivo de estos movimientos es la preservación de la raza blanca, la restauración de la soberanía nacional en las naciones occidentales y una revuelta intelectual contra el dogma intelectual establecido, también ofrecen una plantilla intelectual para muchas naciones no blancas para resistir el orden del día globalista, y para ofrecer nuevas ideas en relación con el gobierno y la sociedad.
Y hay una necesidad de tal plantilla. La mayor parte de la oposición no blanca al establishment internacional se enmarca en el contexto anti-globalización, la preservación cultural y lingüística, la protección del medio ambiente, la oposición a la explotación económica o, simplemente, la oposición al neoliberalismo. Sin embargo, esta oposición se expresa en un contexto muy diferente de la tradicional dicotomía izquierda/derecha que se encuentra en las naciones occidentales. Por algo la narrativa metapolítica e histórica del resto del mundo es radicalmente diferente de la de Occidente.
A pesar de estas diferencias, sin embargo, la mayoría de la oposición no blanca a las ideas de la izquierda internacionalista/globalista carece de la sofisticación y la complejidad de los pensadores de la Nueva Derecha, así como sus predecesores. Esto no quiere decir que no haya pensadores no blancos que hayan dedicado mucho tiempo y esfuerzo en la oposición a las aspiraciones internacionalistas de las variadas élites políticas, económicas e intelectuales del mundo.
Sin embargo, lo que la Nueva Derecha puede ofrecer es un conjunto diferente de perspectivas y alternativas. Porque aunque la identificación de los problemas es fácil, la Nueva Derecha en Occidente está en la zona cero del proyecto internacionalista globalista, y por lo tanto ha tenido más tiempo para formar sus soluciones metapolíticas e ideológicas.
En este momento es imposible saber cuántas personas no blancas en el resto del mundo son conscientes de las ideas y posiciones de personas como Alain de Benoist, Tomislav Sunic, Joe Sobran, Pat Buchanan, Paul Gottfried, Alexander Dugin, etc… Así que, aunque existe un cierto grado de coincidencia, el problema es que la gente en el resto del mundo no es consciente de la existencia de la Nueva Derecha.
Este problema – como yo lo percibo – es en gran parte debido a que la Nueva Derecha en Occidente se expresa en términos de persecución y defensa de los derechos de las naciones occidentales y blancas. Esto es, por supuesto, una buena cosa. Sin embargo, a diferencia de la derecha, la izquierda (y esto incluye a los de la izquierda capitalista global) se expresa no en términos de los intereses de un solo grupo, sino en los de la humanidad en su conjunto. Y aunque la izquierda ha tenido un historial terrible en la representación de los intereses de la humanidad, el hecho que permanece es que la derecha carece típicamente de la apertura percibida en sus opositores. Uno no necesita mirar más allá de la retórica de las protestas de Occupy Wall Street.
Así que ahora la pregunta es ¿cómo pueden ser compartidas las ideas de la Nueva Derecha con el resto del mundo?
A mi juicio, hay ciertos requisitos previos que tienen que darse antes de que los nacionalistas no blancos puedan empezar a adoptar las ideas de la Nueva Derecha en el marco de sus respectivas naciones.
En primer lugar, es necesario que haya organización. Históricamente hablando, la revolución anti-colonial fue organizada por una élite intelectual que expresó y tradujo las ideas nacionalistas (y de la ilustración) occidentales en el marco de sus respectivas naciones y pueblos. Así que para que los no blancos adopten el discurso metapolítico de la Nueva Derecha, primero debe encontrarse y organizarse una comunidad intelectual receptiva de países no blancos.
En segundo lugar, es necesario que haya un incentivo para los no blancos a la hora de adoptar las ideas de la Nueva Derecha. Un buen ejemplo de esto sería presentar los sistemas económicos y políticos que pueden actuar como una alternativa a la vieja dicotomía capitalista/socialista. Estoy convencido de que los sistemas económicos comúnmente asociados con la derecha, tales como el distributismo, el produccionismo, el crédito social y la economía localizada, serían muy bien recibidos por el resto del mundo, y no sólo en los EEUU y Europa.
El distributismo, por ejemplo, puede tener sus limitaciones como sistema económico práctico en las sociedades industrializadas, pero puede ser adaptado razonablemente a las necesidades de las naciones del tercer mundo, la mayoría de los cuales todavía son agrarias o semi-agrarias. Si se presentan correctamente, las ideas económicas y políticas de gente como Hilaire Belloc y G.K. Chesterton, podrían ser utilizadas como una forma de introducir a otros pensadores de la Nueva Derecha en el resto del mundo.
En tercer lugar, es necesario que haya un cambio de paradigma en el que los no blancos reconozcan que el Zeitgeist existente no se trata de un país poderoso que oprime a los países más pequeños y pobres, sino de élites poderosas en un país que trabajan con las élites poderosas receptivas en otro país, las cuales adoptan políticas que están diseñadas para explotar sus respectivas naciones.
Lo mismo puede también decirse de los que abogan por la preservación blanca en las naciones occidentales. El campesino medio en Guatemala, la India o Filipinas no desea la destrucción o el exterminio de las naciones occidentales. Incluso me atrevería a aventurar que algunos de ellos se opondrían a ella.
En este momento todavía hay una gran cantidad de gente en todo el mundo que cree que los gobiernos occidentales están participando en las guerras, así como en las prácticas diplomáticas y económicas injustas, en nombre de los pueblos occidentales/blancos. Para aquellos que están familiarizados con los problemas que enfrentan en Occidente, esto es obviamente falso.
En cuarto lugar, con el fin de que los no blancos que adopten estas ideas tengan algún impacto, necesitan ser un grupo visible y reconocible con el potencial de influir en el discurso público. Y no importa cómo los medios manipularán este tipo de noticias. Siempre y cuando la gente reconozca que hay no blancos en todo el mundo que están dispuestos a adoptar las ideas de la Nueva Derecha, esto puede hacer replantearse ciertas posiciones a mucha gente.
Así que una vez dicho todo esto, las ideas de la Nueva Derecha que se difundan al resto del mundo ofrecen muchas posibles implicaciones:
La identidad de la izquierda será puesta en crisis – Lo que tenemos que recordar acerca de la izquierda es que en parte extrae su identidad de grupos declarados de víctimas (por ejemplo, las mujeres, los homosexuales, las minorías, los abogados laboralistas, los asuntos ambientales, etc…). Así que si un grupo significativo y visible de no blancos en todo el mundo adoptara ideas que tienen sus raíces en autores y pensadores de los grupos de la “extrema derecha” en Occidente, esto obligará a los izquierdistas a reevaluar su clientela ideológica de una manera que puede tener cambios serios y de largo alcance en su ideología.
El establishment se verá obligado a atacar a los no blancos que adoptan ideas de la Nueva Derecha – Estoy seguro de que algunas personas han oído hablar de los términos Twinkie y Oreo, ambos peyorativos y utilizados específicamente para demonizar a una persona de origen asiático o africano (respectivamente) que adopta ideas percibidas como conservadoras, de derecha, pro-blancas, o pro-occidentales. Si las ideas de la Nueva Derecha se hicieran populares en las naciones no blancas, los medios de comunicación occidentales se verían obligados a pensar en formas de demonizar a este tipo de no-blancos.
La inmigración masiva no blanca será puesta en un nuevo contexto – Aquí es donde se pone un poco complicado. Obviamente, la mayoría de las personas que emigran a Occidente lo hacen porque quieren mejores puestos de trabajo y una vida mejor, y al diablo con las consecuencias. Si ellos proclaman su amor por el “viejo país”, normalmente es de una manera muy superficial. Después de todo, no amaron a su país lo suficiente como para permanecer en él.
Si la preservación cultural, étnica y racial se adopta de manera imparcial, y si los no blancos reconocen ciertos hechos acerca de los objetivos y los incentivos que impulsan al capitalismo global y al neoliberalismo, ellos también tendrán que reconocer la inmigración masiva en las naciones occidentales como algo a lo que oponerse en principio. Tal reconocimiento puede potencialmente causar fricciones entre los no blancos cuyas sensibilidades son más favorables al internacionalismo de izquierda y los no blancos que son genuinamente nacionalistas.
La adopción de ideas de la Nueva Derecha dará legitimidad al movimiento de la Nueva Derecha en Occidente – Desde hace mucho tiempo, los movimientos de extrema derecha en Occidente – cualquiera que sea la forma que adopten -, son retratados como reaccionarios llenos de odio. Así que no hace falta decir que, si no blancos adoptaran las ideas de la Nueva Derecha, darían a los blancos un cierto grado de legitimidad, por no hablar de devaluar la idea errónea de que los movimientos de derecha en Occidente son inherentemente anti no-blancos.
Nuevos sistemas económicos – Las ideas del distributismo, del crédito social, del produccionismo, y otras ideas económicas de Tercera posición, potencialmente pueden ofrecer soluciones a la pobreza del Tercer mundo. Por supuesto, obtener resultados tangibles tomará un tiempo, pero lo que importa aquí es la percepción de que la Nueva Derecha ofrece ideas que son potencialmente beneficiosas para el resto del mundo.
Hay otras implicaciones, pero dejaré a la gente reflexionar que, a medida que el viejo concepto de nacionalismo (por ejemplo, la independencia económica, el anti colonialismo, el nativismo) se sustituye por el globalismo posnacionalista, se hace necesaria una nueva forma de nacionalismo, una que necesita estar enraizada en ideas que trasciendan la antigua división izquierda/derecha, y que ofrezcan la independencia real de la cultura y de la mente, en lugar de las identidades negativas utilizadas por las viejas formas de nacionalismo, muchas de los cuales estaban basadas en los ideales de la Ilustración.
Y esto es lo que me gusta de la Nueva Derecha. Es un intento de cambiar el paisaje cultural y moral como forma de revitalizar la identidad nacional y étnica. Así que en mi opinión la revuelta intelectual de la Nueva Derecha en los EEUU y en Europa puede actuar como preludio para repensarse el resto del mundo a sí mismo en relación con la modernidad y el mundo pos-pos-colonial.
Entonces, ¿los diversos movimientos de extrema derecha en Occidente tienen algo beneficioso que ofrecer al resto del mundo?
En mi opinión, tienen mucho que ofrecer. Y aunque puede faltar una causa común, todo verdadero nacionalista en todo el mundo, independientemente de su bagaje, tiene intereses comunes en promover una forma nueva y radical de nacionalismo universal. Después de todo, la izquierda ha estado difundiendo sus ideas durante siglos. Es hora de que la derecha haga lo mismo.
Fuente: Katehon
Traducción: Página Transversal