El 5 de septiembre 1793, la Revolución decidió "llevar el terror a la orden del día", adoptado, en pleno estado de locura, la "ley de los sospechosos". Robespierre justificó la purificación de este terror salvador como una "virtud".
Lo sucedido este 13 de noviembre en París, a pesar de su impactante apariencia, es nada menos que la asombrosa manifestación de un fenómeno, después de todo, bastante viejo.
¿Y ahora ? Casi 130 víctimas, centenares de heridos, una población aterrorizada, agentes de policía y fuerzas especiales desplegadas en la ciudad, las familias en duelo ... ¿El gobierno continuará con sus peroratas incansables sobre el sexo de los ángeles republicanos, bajo el argumento esterilizante de "padamalgam" (1), o este trágico evento sacudirá su conciencia?
¿Cuando comprenderán Hollande y su camarilla de pequeños capos autoritarios e incompetentes que el enemigo no es Bachar-al-Assad, sino aquellos que lo combaten sobre el terreno? El Estado Islámico ha decidido llevar a cabo su guerra de conquista territorial en todo el mundo, especialmente en Europa. Sobre todo en Francia. Y en todos los ámbitos: militarmente (con sus métodos terroristas); también en el campo psicológico y, por supuesto, la política.
Es hora, señor Holland, de ser jefe de Estado. ¿Cambiará su política de una vez? ¿Reflexionará ante las sepulturas de los inocentes, masacrados por la violencia yihadista y sus mil caras?
Sí, señor presidente, deje de diferir e ignorar a quien no está de acuerdo con usted. Putin, Irán, Marine Le Pen y otros muchos, expertos, anónimos o no, intelectuales y conocedores de política internacional habían previsto desde hace lustros que este horror, desgraciadamente, iba a suceder. Y al final, ha llegado.
Deje que complacer con Merkel, la fabricante de los ángeles negros de la desolación migratoria. Por no hablar de las otras...
Ha cerrado las fronteras. ¡A buenas horas! ¡Por fin se ha dado cuenta de que reconocer esta realidad geopolítica no es la infamia, la vergüenza que usted y sus amigos han estigmatizado constantemente en nombre de sus delirios sobre los "derechos humanos", la puerilidad de "vivir juntos", "diversidad y mestizaje”. ¡Vea los resultados!
Durante cuatro años usted ha dejado regresar a Francia, antes de cerrar las fronteras, a los Merah, los Kouachi, Coulibaly, Kelkhal (2)... ¿y a cuántos cientos de miles de seguidores de la Yihad?
Usted se enfrenta a una guerra tanto en el exterior como en su propio país. Para la primera, aquí tiene un consejo que, si lo sigue (aunque prevemos que no), demostrará que ha comprendido la necesidad de cambiar radicalmente el curso de los acontecimientos: sustituir inmediatamente a su ministro de Relaciones Exteriores, seguidor de la teoría de Bush hijo, inconmensurablemente estúpida, sobre el "eje del mal"; un argumento falaz y débil sobre el que aún se enfanga la diplomacia francesa.
En cuanto al segundo consejo, deje de vigilar a los franceses mediante sus medidas liberticidas de "todos fichados". Usted ha reactivado la vieja Ley de 1955 sobre el estado de emergencia. También puede acogerse y utilizar el artículo 16 de nuestra Constitución. Nuestros viejos antecesores ya lo habían previsto todo.
¡Sea sabio y visionario por fin!
En Boulevard Voltaire, 14/11/2015
(1).-“Nada de amalgama”, mantra con que Hollande y su gobierno insisten en que hay que diferenciar a los terroristas (“unos dementes”), del islamismo.
(2).-Yihadistas que han cometido crímenes en Francia.