Era un secreto a voces desde hace muchos años. A los militares que lo insinuaron, como Ricardo Pardo Zancada, se les echó el mundo encima. A los investigadores que lo sacaron a la luz, como Jesús Palacios, se los desterró a la marginalidad. Y sin embargo, tenían razón. El Rey estaba detrás del 23-F. Más precisamente: la voluntad regia fue la que movió una de las variantes del 23 de febrero, la llamada Operación Armada, que básicamente consistía en solucionar la grave crisis política de la España de 1981 promoviendo un gobierno de coalición con socialistas y centristas bajo la dirección de un militar de indudable fidelidad monárquica. Esto es lo que revela Pilar Urbano en su último libro, La gran desmemoria. Lo que Suárez olvidó y el Rey prefiere no recordar, del que “El Mundo” ha publicado recientemente un extracto.
El libro de Pilar Urbano aporta confesiones del propio Adolfo Suárez. La veterana periodista ha esperado a la muerte del ex presidente para darlo a la imprenta. De sus páginas se deduce que la relación entre Don Juan Carlos y Suárez distaba mucho de ofrecer el idílico aspecto que nos ha mostrado la propaganda de la “santa transición”. Entre otras cosas, reproduce una conversación en la que el Rey dice al entonces presidente lo siguiente: “Tú estás aquí porque te ha puesto el pueblo con no sé cuántos millones de votos. […] Yo estoy aquí porque me ha puesto la Historia, con setecientos y pico años. Soy sucesor de Franco, sí, pero soy el heredero de 17 reyes de mi propia familia. Discutimos si OTAN sí u OTAN no, si Israel o si Arafat, si Armada es bueno o peligroso. Y como no veo que tú vayas a dar tu brazo a torcer, la cosa está bastante clara: uno de los dos sobra en este país. Uno de los dos está de más. Y, como comprenderás, yo no pienso abdicar”.
La tesis de que el Rey inspiró el golpe de Estado del 23 de febrero ha sido varias veces expuesta por los historiadores. El propio Don Juan Carlos, imprudentemente, la avaló cuando en su libro-entrevista con José Luis Vilallonga confesó que él sabía quién era el famoso “elefante blanco” que debía hacerse cargo de la situación. Ocurre que Suárez había dicho que sólo dos personas conocían la identidad del “elefante blanco” y, evidentemente, el ex presidente no era, luego…
Según esta tesis que ahora apuntala Pilar Urbano, tesis defendida de manera muy principal por Jesús Palacios en su libro El Rey y su secreto, Don Juan Carlos habría sido el principal instigador de los movimientos que condujeron a concebir una operación político-militar para apartar del poder a Suárez, poner en su lugar a un general de reconocido prestigio (operación De Gaulle) y constituir bajo su mando un gobierno de coalición dentro de los límites constitucionales. No se trataba de derribar el sistema, sino de reforzarlo en un momento de extrema crisis mediante un “golpe de timón”. Ya es sobradamente conocido que tanto los socialistas del PSOE como relevantes personalidades del nacionalismo catalán estaban al tanto. Después, la negativa del teniente coronel Tejero a aceptar los términos políticos de la solución desbarató el plan. Intervino el CESID y el propio Don Juan Carlos desmontó la intentona actuando directamente sobre los capitanes generales. Lo que quedó para la historia fue sólo el desenlace. Así aparecieron como salvadores de la democracia los mismos que habían intentado doblarle el brazo.
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