La cara desolada de Japón

La naturaleza se ceba con Japón

Las bombas atómicas que Estados Unidos lanzaron en agosto de 1945 sobre la población japonesa segaron la vida de cientos de miles de civiles. Sesenta y cinco años después, nuevas explosiones atómicas se están produciendo en el mismo país: ahora en sus centrales nucleares. Sus muertos vendrán a sumarse a los del terremoto y maremoto que han devastado el país. Pero Japón se sobrepuso a las primeras explosiones atómicas. Y Japón se sobrepondrá a la debacle actual.

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Cerca de mi casa hay una colonia de japoneses. Ya no es tan grande como cuando era niño, pero todavía se conserva. Eran, y creo que son todavía, floricultores. Siempre los admiré. Un halo de afecto y respeto cubrió siempre a los japoneses en nuestra comunidad.

De adolescente me familiaricé más con la cultura japonesa, con el bushido, con el shinto, con su estética sutil, con su disciplina silenciosa. La espada, la gentileza, el honor, la honestidad, eran su patrimonio.
 
Más adelante admiré a Kurosawa y leí apasionadamente a Mishima.
 
Muchas veces saludé a la bandera de Japón durante la práctica de las artes marciales, o sólo al verla donde se encontrase. Alguna vez alguien colocó una bandera imperial japonesa en lo más alto de un depósito de agua en un campo por el que solía pasar cuando salía a andar en bicicleta. Quizá eso fuera demasiado, pero cada vez que veía la bandera pensaba en aquellos soldados japoneses que continuaron combatiendo después de terminada la guerra en el Pacífico. Si mal no recuerdo, el último se rindió por los años setenta. O se entregó a los suyos sin rendirse, sería mejor decir.
 
Es mucho lo que Japón significa para algunos de nosotros. Hoy me inclino ceremonialmente ante Japón una vez más. Se sumará la tragedia de estos días a las de Hiroshima y Nagasaki. Pero el Japón sobrevivirá.
 
Ojalá pudiéramos recibir nuevamente en el vasto territorio argentino inmigrantes japoneses. Seguramente ellos nos enriquecerían como ya lo hicieron antes, en lugar de devastarnos como quienes clandestinamente recibimos ahora.
 
Sí, Japón sobrevivirá. El bushido sobrevivirá.

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