Además de las agresiones efectuadas por turbas izquierdistas en Zaragoza y Cataluña (Sitges, Sarriá y Hospitalet) contra militantes de VOX, también en Burgos un energúmeno intentó este domingo agredir a Javier Ortega Smith, Secretario General de VOX.

VOX: de la calle a las instituciones

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El final de las negociaciones para la formación del nuevo gobierno regional en Andalucía, con el pacto entre el Partido popular y Ciudadanos, en un primer acto, y la pantomima del acuerdo entre el PP y VOX, quizás no haya sido el esperado por buena parte de los partidarios y seguidores del partido de Santiago Abascal. El acuerdo, que omite las grandes exigencias iniciales de VOX y contiene exclusivamente propuestas programáticas de escasa definición y menor concreción, seguramente habrá defraudado a muchos de los que habían depositado su confianza en la nueva formación política de derecha. Políticos y periodistas, de diversa extracción ideológica, han calificado apresuradamente este acuerdo de “papel mojado”. Pero, en política, lo que se plasma en un papel, pocas veces responde a una realidad material y tangible, pues se reduce a un mero formalismo. Lo importante aquí es efectuar una lectura implícita de los deseos y las intenciones.

Bien es cierto que el partido de Abascal tuvo, en origen, un error táctico: presentar una agenda programática de alto nivel de exigencia en su cumplimiento, prácticamente inasumible por los partidos centristas de populares y ciudadanos, particularmente en algunos puntos que, a pesar de ser claves en la identidad de sus votantes, están rodeados de una gran sensibilidad política y mediática, como son la violencia de género y la regulación de la inmigración. Dos aspectos, desde luego, que la izquierda, con la complicidad del centro-derecha, han sobredimensionado, violando, en el primer caso, el derecho a la presunción de inocencia, e incumpliendo, en el segundo, las disposiciones vigentes en materia de extranjería. A pesar del error táctico al que aludimos, VOX ha conseguido estar presente en los medios, en las redes, en la calle, en los bares y en los salones de los hogares españoles. Quizás a su pesar, pero VOX, con sus propuestas iniciales ‒coherentes, como decimos, con su programa político‒, se ha convertido en el fenómeno mediático del período de tránsito entre los años 2018 y 2019, y todo indica que así seguirá siendo, al menos, hasta las elecciones de mayo del presente.

Así que, entre las primeras exigencias y las que finalmente han sido objeto de acuerdo, existe, por supuesto, un abismo. La dirección de

VOX ha considerado, juiciosamente, que no podía presentarse como el dinamitero del cambio político en Andalucía.

VOX ha considerado, juiciosamente, que no podía presentarse ante la opinión pública como el dinamitero del cambio político en Andalucía. De ser así, el electorado no lo hubiera entendido y, en unas más que posibles nuevas elecciones andaluzas por la imposibilidad de constituir un gobierno, hubiera sufrido un voto de castigo. Un nuevo partido debe adaptarse a las circunstancias que reclama la política institucional, por mucho rechazo que ésta alimente en las clases medias y populares. La democracia ya no se cambia mediante golpes o revoluciones, se cambia desde dentro, y ésta es una lección que VOX ha debido aprender a la carrera.

Pero los seguidores y los partidarios de VOX no deben caer repentinamente en la decepción. Esto sólo es el principio. Queda una larga legislatura parlamentaria en Andalucía por delante, en la que la dupla PP/C´s no tiene, hay que insistir en ello, la mayoría suficiente para sacar adelante los presupuestos y los proyectos de ley. ¿Cómo podrá el nuevo gobierno popular-ciudadano aprobar sus cuentas y sus leyes? Con la preceptiva autorización de VOX. Y es aquí donde Francisco Serrano y los suyos, con doce parlamentarios, van a aplicar de forma inmisericorde el programa de VOX. Esta es la estrategia a seguir. No podrá aprobarse ninguna norma contraria al repertorio ideológico de VOX, ni una sola cuenta que vaya dirigida a subvencionar, con recursos públicos, la inmigración clandestina o los colectivos de minorías sexuales, religiosas o de otra índole comunitarista. VOX será la auténtica oposición al nuevo gobierno de centro-derecha de Andalucía, y lo hará precisamente desde la derecha auténtica, dejando a la izquierda perderse en sus maniobras frentistas y anticonstitucionalistas.

En definitiva, VOX ha debido ceder por las imperativas reglas no escritas que rigen la política en las democracias liberales, pero con la vista puesta en la rutina parlamentaria. VOX impondrá sus principios o la legislatura andaluza será un infierno para los mercaderes del PP y C´s. Si ha existido un “papel mojado” en estas negociaciones, no cabe duda de que es el pacto suscrito entre los populares y ciudadanos. Porque sólo podrán cumplirse aquellos puntos convenidos en los que VOX ofrezca su apoyo porque son compartidos en su catálogo ideológico. Y esta estrategia se reproducirá en ciudades y regiones, hasta llegar al gobierno de la nación. Estamos ante un movimiento que barrerá las políticas de la izquierda antiespañola hasta que sólo sean un mal recuerdo.

Jesús Sebastián Lorente es director
de la revista La Emboscadura

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