El "ius ideologicus" sustituye al "ius sanguinis"

Nacionalidad sólo para descendientes de exiliados republicanos

Parece que si usted es nieto de un exiliado republicano, su abuelo era español. Ahora bien, si su abuelito se ha ido de España por otros motivos o en otras fechas, su abuelo no era español a los efectos de su descendencia, aunque descendiera del mismo Cid El Campeador o del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Eso es discriminación, aquí y en cualquier lado del mundo, pero parece que los campeones de los derechos humanos no se han enterado.

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Nacionalidad para descendientes de brigadistas, valoración de símbolos, exhumaciones, indemnizaciones a las víctimas de la dictadura, etc.  A eso nos tiene acostumbrados el progresismo en España, en Argentina, o en cualquier otro lado del mundo. Una visión absolutamente parcial e ideológica de la historia, sencilla hasta el aburrimiento, porque parece que nadie, absolutamente nadie que haya sufrido violencia de otro signo ideológico, o de otro sector político, tendrá derecho a absolutamente nada más que a los insultos de cualquiera que tenga acceso a una pluma o a un micrófono, de los muchos que están accesibles para eso.

Pero lo más notable es bajo qué conceptos se otorgará la nacionalidad a los nietos de quienes entre 18 de julio de 1936 y 31 de diciembre de 1955 hayan sido exiliados “bajo persecución política o necesidad económica”, según la ley de reparación histórica, cuyo original título se repite a ambos lados del Océano, y supongo que en varios rincones más del mundo.
 
El concepto en cuestión, podría considerarse basado en el ius ideologicus, el nuevo derecho inventado en clara oposición y en abandono del ius sanguinis, que ha regido a los pueblos de Europa desde tiempo inmemorial.
 
Parece que si usted es nieto de un exiliado republicano, su abuelo era español. Ahora bien, si su abuelito se ha ido de España por otros motivos o en otras fechas, su abuelo no era español a los efectos de su descendencia, aunque descendiera del mismo Cid El Campeador o del ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Eso es discriminación, aquí y en cualquier lado del mundo, pero parece que los campeones de los derechos humanos no se han enterado.
 
Muy bien, allá va el millón y medio de descendientes de abuelos progresistas, les deseo la mejor de las suertes, en especial, a los seiscientos mil compatriotas argentinos que, con su velocidad habitual, harán cola en los consulados para hacer en España los trabajos que jamás harían en la Argentina.
 
También a los ciento cincuenta mil cubanos, que sin duda podrán ayudar mucho, porque han sido educados en una ideología avanzada. Si es que el régimen les permite salir, aunque con nacionalidad española no tendrá más remedio que abrirles las puertas del paraíso comunista.
 
Deseo asimismo que todos aquellos que vuelvan a España sean profundamente progresistas: así aligeraremos un poco la carga de este lado del océano. Después de todo, los que vuelven son todos aquellos que tuvieron abuelos de primera; los de abuelos de segunda tendrán que quedarse, o esperar que deje de regir el ius ideologicus y vuelva a regir el ius sanguinis, algo que parece cada vez más improbable.
 
Deseo también mucha suerte a los miles de abogados y gestores varios que en este momento están pensando cómo montar el negocio, dada la complejidad habitual de estos trámites.
 
Suerte también, con las fiestas democráticas que se vienen en el Valle de los Caídos.
 
Suerte a todos ellos, sobre todo cuando haya que defender Europa.
 
Quedaremos los descendientes de los conquistadores, que no tendremos nacionalidad española ni ley que nos proteja, pero heredando una sola gota de aquella sangre, será mayor nuestro patrimonio que el de los elegidos de hoy, no por España, sino por los políticos que la gobiernan, para llevarla bien lejos de su destino de grandeza.
 
Por mi parte, me quedaré donde estuve siempre, donde corresponde a alguien que no es progresista, en la última frontera donde llegó el Imperio Español, mucho antes de su decadencia, cuando la misma ideología que nos dicta este tipo de leyes generó las guerras civiles de nuestro fraccionamiento interminable.

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