Operación “Trinquini”

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Como todos los años, en el medio de comunicación en el que me encuentre pasando fatigas y calamidades, también este, por la proximidad del veranillo, tengo que elucubrar algunas paridas mentales, bien engrasadas y fundamentadas con educación y con vergüenza, acerca de la avalancha de españoles que se lanzan a los gimnasios, a las cremas anticelulíticos, a los temibles UVA y a la parafernalia veraniega que acompaña la “Operación Bikini”.
 
   Lo de “Trinquini” es sencillamente una broma en plan burdo y más tonta y con menos gracia que un auto jurídico sin motivar pero lleno de palabrería y de jurisprudencia de “corta y pega” en el ordenador.
 
   Y va por lo de Estepona. Y va por reflejar y referir mi más absoluta confianza, digan lo que digan y juzguen y condenen por anticipado lo que, a los medios, les salga de los huevos, mi total fe en el alcalde-doctor Antonio Barrientos, gracias al que hoy, mi chiquitillo, no se encuentra ciego por una conjuntivitis alérgica grave, diagnosticada como vírica por un catamelones con bata blanca.
 
   Como se la debo, se la devuelvo. Y vomito mi repugnancia ante, los individuos, presuntos garantes de los derechos y libertades ciudadanas, que, antes de detener a un “presunto inocente” llaman a las cámaras para que capten y se regodeen en el dolor y la humillación ajenos. Pero, desde la moral del “Aquí hay tomate” que ha dictado las normas éticas de funcionamiento, la Udyco se desdibuja, pena, languidece y muere si no hay alboroto de micrófonos y flashes que den fe de lo bien que trabajan y del gustirrinín que se experimenta cuando el “presunto inocente” aparece saliendo de su casa, esposado y desencajado. A partir de ahí, civilmente, está muerto.
 
   Y las diligencias e historias policiales cobran categoría de verdades absolutas, salpicando mierda a diestro y siniestro, facilitando nombres, apellidos, fotografías y ¡fallo garrafal! Sin que en este caso hayamos podido deleitarnos con imágenes filmadas del cuarto de baño de Antonio Barrientos, con lo que, el marujerío nacional, está que echa las babas, porque, tan guapetón el hombre, apetece mucho husmear en las repisas de su lavabo, ver la marca del alter shave y enterarnos de si utiliza para la lavadora suavizante del caro y de si tiene en la salita un valiosísimo grabado de Picasso que luego resulta ser una litografía de cien euros, pero da igual, con lo hijoputa y lo ladrón que es, porque lo dice la policía “capaz era” de tener una gran obra de arte. Robando, por supuesto. Y recalificando eriales para construir urbanizaciones de lujo, que los guiris compren las casas y que se dejen los dineros en Estepona, que va como va, una belleza, por lo sinvergüenzas y lo diabólicos que son todos los cabrones imputados “¿De donde sacan pa tanto como destacan?”.
 
   Vamos, que, los socialistas, tan garantes ellos de la Constitución, estaban deteniendo a los ediles y, por una historia policial y pasándose la presunción de inocencia por la punta del nabo, ya les estaban expulsando a todo expulsar “Igualico, igualico, que con el retirado de Felipico” que le detenían a uno de los suyos y se lanzaba a enterarse, a investigar, a contrastar y si era necesario, a acompañarle hasta la puerta de la cárcel.
 
   Este año, la Operación Bikini que consiste en ingerir ali olis y mejunjes a mogollón de los milagros de Pharma Nord (No se pierdan la coenzima Q 10, la carísima, elixir de Dioses para recargar las células del cincuentañerío) Ni la drenante CLA te verde. Meas y quemas. Este año, el calvario veraniego es la Operación Trinquini, con los esteponeros crucificados y mi absoluta y cristiana convicción total de que, hay que reformar la Constitución, porque no dice más que mentiras y fabulaciones. Con la Trinquini perderemos aún más los derechos y las garantías. Los partidos airados y justicieros. La señora que han puesto de número dos del PP , sí, la que se parece a la hermana de Norma Duval, convertida en lideresa ante el pasotismo de las bases que ni tienen el gusto de conocerla y que estamos pendientes de que hagan más sangre en los telediarios y de que, la Udyco de más notas informativas masacrando a más criaturas.
 
   Lógico. Los vecinos ven la ordalía y se lanzan furiosos, motivados, a pedir la guillotina a la puerta de los Juzgados, a insultar, armar la mundial y declarar ante las cámaras con indignación, porque ya van calientes desde sus casas.
 
   La Trinquini nos hará perder más kilos de confianza en los derechos al honor, a la imagen y a la intimidad. Arrobas de credulidad en esa pamplina de que “todos somos inocentes”. Sí. Lo somos. Mientras la policía no llame a las televisiones para que vean como sales de tu casa engrilletado. A partir de ahí eres mierda . Perdemos quintales de fe en el sistema. Las adiposidades desaparecen ante la inseguridad jurídica y el canguele de que, lo hagas o no lo hagas, te toque la china en los triles y empiece tu propia cacería. Oigan, el doctor Antonio Barrientos mantenía la cabeza alta y no pidió taparse con una chaqueta. Y yo, que soy una maruja católica neocon, no quiero presenciar imágenes de engrilletados en los telediarios. Sino imágenes de inauguraciones de buenos asilos para viejos, parques reserva de la biosfera, pantanos y viviendas sociales con jardines y zonas verdes. Yo soy una simple. Yo, en “mi” España quiero que me hagan sentir segura, en paz y feliz.

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