¿Por qué me contemplan con muecas de infinito desprecio? Han de saber que sus trágicas morisquetas no me impresionan y también tengo derecho, pese a declararme cristiana esenia (ahora la gente elegante que se encuentra en el umbral de la pobreza prefiere autodenominarse “esenia” en lugar de mísera), es decir, pese a mis profundas convicciones doctrinales, teológicas y tal Pascual, servidora de ustedes tiene derecho a enfermar.
Y tomarse unas jornadas semisabáticas, fluctuando entre el antibiótico de los tres días que se llama Azitromicina y que mata bacterias a mogollón y la búsqueda de antivirales entre las páginas de “El ABC de las plantas”. No estoy puesta en virus. Y menos aún en estos virus tercermundistas que nos importan con optimismo y descontrol. La verdad es que, como nunca he destacado en economía ni en arquitectura financiera y soy persona sencilla y de tremenda simpleza, siempre he opinado que, importar pobreza y miseria no es un buen negocio. No lo ha sido al menos para mí, que agarré en la cárcel de Botafuegos, que está allá donde Cristo pegó las tres voces, en el desolado paisaje del Gólgota algecireño, donde la única pincelada de color son algunos ramos de flores mustias, recuerdos de los familiares a los descansados en el gélido y cuadriculado cementerio que es el único vecindario de la prisión, agarré, repito, amen de toda el agua del estrecho sobre mi polo falso de Ralph Lauren, un virus esquivo y africano y me dieron fiebres en la sesera.
¿Qué dicen con la expresión enfurruñada de un talibán al que acabaran de churruscar el turbante en el microondas y estuviera molesto por la experiencia? ¿Qué las calenturas me acometieron el día de la dimisión de María San Gil y de Ortega Lara de los brazos traicioneros del PP? Natural. Esas son las sombras de la dedocracia. Desde mis vulgares artículos, que son cachos de realidad sin repulir ni refinar ¿Cuántas veces he denunciado que, la dedocracia practicada por los peperos no es un buen invento? Todos bufamos con incredulidad cuando supimos que, el liderazgo del partido era hereditario, como las monarquías o como las dictaduras papayeras donde al dictadorzuelo le suceden el hermano o el sobrino. En su día desde las alturas eligieron lider a Aznar, un hombre serio, que fue ganando con el tiempo, más en prepotencia que en experiencia, hizo un buen master gobernándonos y después se pasó a “la privada” a forrarse los huevos, pero ya puesto y en plan estadista, el que, de la soberbia, perdió la vista.
Y fue el propio Aznar, que no los afiliados en las urnas, quien señaló con el dedo a Rajoy “Ahora este tipo es el lider, porque a mí me sale de las pelotas”. ¿No husmean algo dictatorial en estos liderazgos impuestos por la “voluntad graciosa” del lider cesante? ¿Se heredan cualidades esenciales para el liderazgo como son el carisma innegable, la empatía, el encanto, la capacidad de levantar a una plaza de toros, la lealtad inquebrantable hacia sus hombres, la defensa a ultranza de ideales y valores establecidos, la valentía, la inteligencia emocional y el “tirón” popular? Lider se nace.
Porque, al igual que, según la copla “el cariño verdadero ni se compra ni se vende” el carisma no es un invento de mediocres aspirantes a Saravanolas, como el solapado Arriola que, como consejero no tiene precio, porque sabe aconsejar, como medio de subsistencia, lo que el aconsejado desea que le aconsejen. Y si es el Arriola la “mente pensante” del invento, los otros, tienen que ser unos auténticos trullos y el que no presenta el electroencefalograma plano y de la consistencia del chicle o de la plastilina, acaba pensando y largándose a lugares donde tengan las ideas más claras y exista menos maquiavelismo de “gente bien” de provincias. Que es el tipo social menos maquiavélico y más burdamente previsible de España.
¿Qué si el virus cerebral de origen subsahariano me ha dado por las maquinaciones verbales para seguir la estela de articulistas que dan su aburrida opinión sobre alguien tan aburrido como es Rajoy? No. Siempre he opinado lo mismo. Los lideres surgen de entre el pueblo y de las urnas y los elige el pueblo llano y soberano, porque el lider les cautiva y les hace sentir seguros y felices.
¿Qué mi rebote antidemocrático se debe a la mofa, befa y escarnio de los que soy víctima por parte de mi anciano marido, Erik el Belga, socialista convicto y confeso durante décadas en la estela del socialismo que llaman de “Puerto Hurraco” con Felipe, Guerra, Barrionuevo, Vera y los grandes que fueron durante aquellos años trajinosos y felices?. Pues sí. Me siento humillada y en ridículo.
Cuando el Albertín Ruiz Gallardón habla de prefabricar un partido para que les voten los de centro izquierda, deseo intensamente que lo hagan, que se vayan del PP y monten un partido socialdemócrata. ¿Qué los socialdemócratas votan a esa encantadora de serpiente, imbatible en las distancias cortas que es Rosa Díez? Pues que se afilien con ella y así al Marianín, al Albertín y a todos los ñoños acomplejados chupópteros del voto de la honrada derecha, dejará de “darles vergüenza” que les asocien ideológicamente con sus votantes.
Mi viejo Erik me aconseja que me de de baja del PP, que son unos traidorzuelos, que la izquierda es más auténtica y más leal con los suyos. Pero no me voy. Que se vayan directamente a tomar por el culo quienes sueñan con el voto de izquierdas. Y que se quede gente fantástica y conservadora sin complejos, Imbroda de Melilla, Vivas de Ceuta, Alberto Fernández, Alejo Vidal Quadra, Elena Estapé, el presidente Rato o el presidente Mayor Oreja. Los buenos. Los auténticos.
Que fumiguen Génova 13 con un antisaravanolas, antitraidores, anticomplejos, antiambiciosos, antichupópteros de votos de los que abominan. O que utilicen como arma bacteriológica un virus que ataque a aquellos que se cagan al imaginarse unas primarias en condiciones, por ser conscientes que, de existir democracia interna en el PP, ellos ya la habrían cagado.