¡Tíos, que gentucerío y que chusmerío!

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Que mañana amortajen a mis hijos si miento. ¿Que ya me está saliendo la arteria, que no vena, calé? Pues que me salga, porque leo la prensa y les juro que me cortan las venas y no sangro. ¿Dejarán los medios de comunicación, en algún momento, de porculearnos de manera sistemática y nos concederán una especie de tregua de noticias malvadas, sangrientas e ignominiosas? Pones la vista en una hoja de papel escrito sobre blanco con letra redondilla y te quedas sin resuello. Enchufas la tele y se constriñen las tripas, como si padeciéramos una especie de overdose de evacuol.
 
Son las dos Españas del poema, compinchadas para helar el corazón del españolito que viene al mundo. La Expaña del rojerío-pijo-progre acumulando méritos para ser calificados como una especie de maldición bíblica y dando pábulo a los milenaristas para proclamar que las profecías bíblicas señalan bien claro que el Anticristo llegará al poder sobre la sangre de los inocentes. O son perversos, o son ignorantes y estúpidos, o un gazpacho de todos los calificativos, gazpacho con tropezones, como el aborrecido ministro Bermejo, ese que se gasta dinerales en redecorar su piso mientras que, en España, las familias se arruinan y no pueden pagar hipotecas usureras, o el tropezón del ministro Alonso, que esperemos que no vaya de cebolla y se repita. Porque resulta indigesto.
 
Ya ven, van a reducir los contingentes militares de Ceuta y Melilla, esas que son, de nuestro toro de Osborne, las criadillas. Alborozo en el morerío, porque la soldadesca española impone y quita malas tentaciones de “marchas verdes”. Porque los incómodos y perpetuamente agraviados vecinos del sur, que tienen encima más ruinas que Mérida, cada vez que la desastrosa gestión de sus gobernantes se vuelve insostenible y el pueblo rabia, se inventan, a nivel Rabat, la burda excusa de que la panacea marroquí es “liberar los territorios ocupados de Ceuta y Melilla”, cuando esas dos ciudades patrias existían y tenían cultura, raigambre, valores y tradiciones, antes de que ni tan siquiera existiera un atisbo del futurísimo reino de Marruecos. Llegamos antes, majetes, y llamar “presidios” a las encantadoras ciudades autónomas resulta algo chocante cuando el pueblo marroquí, a mogollón, suspira por entrar en los “presidios” para palpar y gozar Europa. ¿Por qué será que todos los moros quieren la nacionalidad española? Contentos con lo que tienen en su tierra no estarán, digo yo. Y estos mamarrachos con cargos y prebendas, cochazos y escoltas, dedican los beneficios de sus mentes, colapsadas por la indigencia intelectual, a reducir el contingente de militares y hacer que ceutíes y melillenses se sientan inseguros y en peligro. Lógico. Ceuta y Melilla son de derechas y el PP gana allí siempre por goleada y es humano el que quieran joder y castigar, represaliar y asustar a quienes no quieren votar a la izquierda. Los rojos-pijos también son rencorosos, es decir, que la exclusiva de deslealtades y venganzas no es patrimonio particular del PP. En este caso ambos partidos se reparten y comparten la bajeza moral, como buenos hermanos y cada uno en su sede y la falta de valores en la de todos.
 
¿Qué inquieren tras haber apurado sendas copas de anís Machaquita? ¿Que el PP ceutí y melillero es magnífico y que nada tienen que ver, sino que sueltan fumarolas sulfurosas de rabia ante la reducción de metopas? Vale. Pero yo no hablo de buena gente pepera, que la hay, honesta y excepcional. Sino de no “tan” buena gente del peperismo, como los mamarrachos del ayuntamiento de Marbella y más concretamente su alcaldesa, metida a Justiciera Mayor del Reino y ocupándose, en lugar de por la inseguridad ciudadana, por el Marbella-meca de las falsificaciones y por conseguir que no tiren ni una casa, porque casa tirada-familia jodida-votante perdido. Ese espécimen peliteñido lanza sus furiosas abominaciones contra el enemigo público número uno del Estado Español, que no son los imanes barbudos y reveníos que adoctrinan a analfabetos en las mezquitas camufladas para que sean mártires y reciban por las tripas al viento el Paraíso para ellos y una paguita para sus familias, ni los albanokosovares que han puesto de rodillas a la aterrorizada Nación, ni las leyes obsoletas que dan vidilla a los pedófilos, ni la construcción que se hunde y lleva a familias a la indigencia y a la desesperación. No. El enemigo contra el que la deficiente vocacional pontifica con moralina babosa es Juan Antonio Roca. Que ni es terrorista islámico, ni predica la yihad, ni financia viajes, comilonas y peculios de las familias y los cómplices de los asesinos de ETA, ni suelta guita para afianzar al batasunerío, ni se dedica a la pornografía infantil, ni es pederasta, ni atraca casas y empresas con violencia extrema, ni resuelve a tiros las deudas del narcotráfico. Ni es el de Gescartera. Ni el de Forum Filatélico. Ni regala el dinero de los pobres de los países ricos a los ricos de los países pobres para consolidar la corrupción. La alcaldesa Ángeles Muñoz, aguerrida y en plan guerrero del antifaz con rimel y pidiendo a gritos un lifting, quiere emular e imitar, incluso superar a María San Gil: la de Marbella, ensañándose con Juan Antonio Roca para que se pudra en la cárcel, y la San Gil dando caña a los asesinos etarras para lo mismo. Solo que Roca es inofensivo y no pega tiros en la nuca, mientras que los enemigos de la San Gil, matan.
 
Los socialistas, queriendo llevarse soldados de Ceuta y Melilla para asustar al pueblo. La pepera Ángeles Muñoz, echándole a un ciudadano normal y bastante indefenso los cojones que, de tenerlos, que lo dudo, bien le valdrían, de ser honesta y coherente, para presentarse la próxima vez por en las listas de cualquier municipio vasco. Ensañarse con Roca, machacarle, condenarle a la perpetua y hacer de ello una cruzada personal es muy fácil. Y los de Génova bien harían en aprovechar los ímpetus de la rubia para lanzarla al norte, con dos pelotas, que se vea que no es una hipócrita que insulta con boca grande a los inofensivos y se caga encima con los peligrosos. ¡Hale, a Hondarribia, que no se diga! Y luego, por mis inciertos orígenes llaman gentuza a servidora cuando, tíos, gentucerío y chusmerío hay en los dos partidos. Y que mañana amortajen a mis hijos si estoy mintiendo.

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