Vaya, vaya… Parece que los peperos están en pleno acercamiento a la realidad popular y comienzan a diseñar propuestas, que podríamos llamar “a la francesa”. Con testiculina de la fina y relegando a un discreto segundo término las acepciones genéricas y babosas de lo “políticamente correcto”. Discreto tan solo. Pero ¿estaremos, para que nuestro gozo no acabe en un pozo, ante el nacimiento de un Rajoykozy hispano? Contesto rauda con una jaculatoria: ¡Ave Santa María que pariste Mesías! ¿Qué están mascullando con sus viperinas sinhueso? ¿Que la jaculatoria en cuestión es un verso de un poema de Gonzalo de Berceo? Normal. El paridor del español escrito bien vale un plagio lleno de admiración. Porque estamos en España. ¿Que resulta “xenófobo” recordar que estamos en España? Pues que se jodan los profesionales de la buena conciencia y los juglares de las bondades del multiinculturalismo.
Vueltas y revueltas de mis pensares para acabar con un aplauso a las medidas propuestas por el barbas del PP, con respecto a la inmigración. Porque son lógicas y debemos poner nuestras barbas a remojar en agua Solán de Cabras si no queremos acabar churrascados, como nuestros vecinos franceses. Aunque aún faltan cojones- luz para que algún político con decencia y que no sea un hipócrita, se atreva a usar, como lo ha hecho nuestro adorado Sarkozy, la palabra “chusma” para retratar a gamberros, traficantes, chorizos, pandilleros, delincuentes, gandules y gentuza en general. El franchute promete acabar con el chusmerío y los galos se alborozan. Aquí, en la patria del melindre y de la princesita de la media almendra, ese lenguaje claro y en absoluto eufemístico todavía resulta imposible, porque los políticos que deberían usarlo sienten “miedo” a que les tilden de “insolidarios e intolerantes”.
De hecho, ha llegado un momento, en este reino de la ausencia de libertades y del lenguaje dictado por los onegetistas y los subvencionados, ha llegado un momento en el que ser “insolidario e intolerante” y proclamarlo con chulería castiza y vocinglera, es un rarísimo lujo al alcance de unos pocos privilegiados. ¡Tenemos tanto miedo a hablar en el limbo de las libertades de expresión y de opinión! ¿Qué dicen ahora, tras eructar de forma espantosa y con hediondos resultados? ¿Que lo de “las libertades” es más falso que los Rolex que venden los senegaleses (de color) que vienen huyendo del hambre y de la miseria y que son víctimas de “las mafias” que les hacen subir en el cayuco a punta de pistola? Vale, vale. Es verdad. Pero ¿qué quieren que les diga, para no darle carnaza al Diablo? De acuerdo, porculearé al Anticristo y proclamaré la semilla de la esperanza que ha hecho renacer en mi pecho de pulmones ennegrecidos por el Chesterfield y la incorrección política y ácrata de esconderme a fumar en lugares lo más prohibidos posible, el destello de claridad mañanera, igualito que cuando colecciono amaneceres por el paseíllo marítimo de la barriada de El Palo, en compañía de mi perro Canelo (sí, bautizado así por el corazón de aquel maravilloso Canelo gaditano), la ilusión de lentillas empañadas que ha supuesto el que, entre líneas, Rajoy haya indicado que “España es de los españoles y entrarán los que nos salga de los cojones”. ¡Ele el arte y el poderío! ¡Y no vean el soponcio de los progresistas que son más cursis que una pringá con huevo hilado! Sólo por escuchar sus estúpidas fulminaciones, almibaradas por un paternalismo grimoso de caricatura de damiselas de la caridad y de las virtudes lacrimosas, sólo por ver el cabreo que han pillado al pensar que preferimos que vengan ingenieros antes que vendedores de copias falsas en mantas, científicos antes que pandilleros y contratados con los antecedentes penales limpios como una patena antes que ilegales que no sabemos ni quiénes son, ni a qué vienen, ni si son hombres de Dios o antiguos combatientes de sangrientas guerras civiles. ¡No vean el rebote!
Pero aquí aún no puede decirse “chusma”. Ni Rajoy lo puede vocalizar sin ser fulminado por pontificaciones de los espíritus impuros. Y digo “impuros” porque la pureza se asocia automáticamente con la espiritualidad de los creyentes, pero, en España, los que disertan con el soniquete de los hermanos salesianos de los años cincuenta, lleno de contención y ñoñería, son precisamente los ateos que, por no creer, no creen ni en las buenas intenciones del administrador de la comunidad de propietarios de su bloque de vecinos (piensan que les sisa). Rajoykozy, si quiere referirse tangencialmente a la chusma, los gamberros, los maleantes, los golfos y afines, tendrá que paladear el “en claro riesgo de exclusión social” o “víctimas de la marginación”. ¡Cautela Rajoykozy! En Francia y el resto de Europa el chusmón es chusmón, porque le sale de la punta del carajo; aquí es reciclado en “víctima de…”.
¿Que próximamente Rajoykozy cargará contra el chusmerío? ¡Venga, no nos creen ilusiones que, después, podemos ver defraudadas nuestras expectativas! ¿Que sí? ¡Joder, qué bien!