¡Así no podemos vivir!

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Diario La Opinión, de Málaga, del 29 de enero: “Una abuela evita el rapto de su nieta en un comercio de Málaga”. En portada. Para que los padres nos caguemos aún más. El episodio, escalofriante: un nigeriano, inmigrante ilegal, forcejeando con la abuela para llevarse a la niña de dos años en pleno Carrefour. Y luego el tipo chuleando y encarándose con la gente. ¿Cuál hubiera sido el desenlace natural, lógico, normal y coherente de este asunto? Me estoy refiriendo a la reacción de las autoridades, tan lejanas. Y de los policías, tan maniatados. Del Sistema en general si funcionara para hacer felices a los ciudadanos y que se sientan tranquilos, seguros y protegidos, que no es el caso, sino que chupamos fracaso.
 
¿Cuál hubiera sido el desenlace? Primero meterle una paliza al nigeriano que se cagara y después, sin más dengues, florituras, garantismos ni prolegómenos, embarcarle en el primer avión con rumbo a Nigeria con la firme promesa de que, caso de quebrantar la orden perpetua de expulsión, le esperarían largos años talegueros, más una nueva expulsión, esta vez a Etiopía, que reconoce como suyo a todo el mundo, porque las autoridades etíopes tienen un talante muy abierto. ¡Pero eso no puede ser! Primero hay que leerle los derechos al secuestrador frustrado, que le reconozcan los médicos por si se ha dañado un dedo mientras tironeaba de la pequeña, un poquito de prisión preventiva y a la calle, sin poder ser expulsado, al tener una causa penal abierta ¡y a por otra niña! Cuantas más causas acumule el extranjero delincuente, menor es el riesgo que tiene de ser expulsado. ¿Y con esta frustración y este sentimiento de injusticia absoluta y de estupidez supina se puede vivir?
 
Temor a la calle
 
Mientras, los politicastros utilizan la sinhueso para prometernos dinero, ZP nos quiere regalar cuatrocientos euros si gana, el otro eximir de los impuestos a quienes, por justicia, ya deberían estar exentos. ¿Y para qué coño queremos dinero si no podemos salir a las calles? Desengáñense, las calles españolas ya no son nuestras, sino del primer golfo o del primer pandillero que decida imponer en ellas su ley y sus cojones. De hecho, hace unos días se armó una escabechina de apuñalamientos en pleno Madrid, los Latin Kings contra los Ñetas, y usted se pregunta y yo me pregunto: ¿Qué pinta esa gentuza en España? O, mejor dicho, los políticos deberían poner la oreja tras preguntar: ¿Quieren los ciudadanos a esa chusma en España? Saben la respuesta. La conocen de sobra. Por eso no se atreven a preguntar ni a plantear de forma valiente los problemas que, de verdad, angustian a los ciudadanos.
 
Hay temor y terror a la hora de pronunciarse acerca de los miles de presos extranjeros que comen, duermen y gandulean a costa del contribuyente español, porque, como las libertades no existen, cualquier referencia a inmigración y delincuencia es “racismo y xenofobia”. Pero los albanokosovares existen. Ahí están. Y las mafias rumanas de la mendicidad y de la delincuencia son una realidad. Y la abrumadora prostitución con sus consiguientes chulos y proxenetas, extranjeros en su mayoría, que convierte parques y calles en lugares marginales, inhóspitos y repugnantes, que provocan espanto y rechazo al ciudadano, es innegable. Y las bandas sudamericanas con sus sangrientos ajustes de cuentas. A ver, los recolectores de votos, a ver: ¿Dónde está la solución? Pero nadie alza la voz ni arremete y menos aún promete soluciones para asuntos que nos indignan y nos causan temor. Y los complejos y los fantasmas no son buenos consejeros a la hora de cosechar votos.
 
Sarkozy prometió a los franceses expulsar a veinticinco mil ilegales, endureció de forma terrible las leyes, arremetió como una fiera contra los reincidentes y rebajó la edad penal para acabar con el choriceo impune. Y ganó. ¿No merecemos los españoles a un Sarkozy con cojones y tenemos, por una broma macabra del destino, que conformarnos con gilipollas? ¡Así no se puede vivir! Y realmente, así no queremos vivir. Por mucho que unos prometan regalar dinero y los otros rebajar los impuestos. Cierto que ese regalo dinerario puede servirnos para poner más rejas en nuestras casas, para poder encerrarnos mejor, mientras en las calles reinan los ladrones, los atracadores, los pederastas, las bandas, los mendigos, los butroneros, las putas, los macarras, los manteros, los criminales y la escoria más vil. ¿Que la solución pasa por construir más cárceles? Sí, más gandules improductivos a comer la sopa boba. Pero nos prometen dinero y dinero, cuando lo que queremos son reformas del Código Penal, menos garantismos para los delincuentes, más agilidad en los procedimientos y que se palpen los resultados. Porque así no podemos vivir. O que se lo pregunten a la abuela de la niña a la que el nigeriano trató de secuestrar.

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