Los tediosos medios de comunicación, tanto los oficiales como los oficiosos, agarran una noticia y la exprimen. Hacen liposucción noticiable, insertan cánulas en el asunto y no paran hasta que sacan el último adipocito, la última mierda, la última y aburrida opinión, la última y apestosa molécula de grasa informativa. Dale que te pego. Digo yo, que pertenezco a la multiincultura, por mis inciertos orígenes genéticos y porque, de mi tierra, ni vienen filósofos, ni científicos, ni ingenieros ni bioquímicos, sino pobrecitos analfabetos muertitos de pasar fatigas y penalidades, opino yo, que también tengo derecho, porque todos somos hijos de Dios, que esto es un coñazo.
Sí, en efecto, me estoy refiriendo a la amenaza del pijo-progre Albertín Ruíz Gallardón de abandonar la política. ¿Que si me cae mal el alcalde de Madrid? Sí. Fatal. Como todos los enchufados, porque a él le eligió en su día Manuel Fraga por el democrático método de la dedocracia, para que fuera secretario del partido, acumulando el mérito notorio, no de ser carismático, ni atractivo, ni brillante, ni de haberlas penado en la lúgubre sede de Silva 23 en el terrible año 1980, como otros entre quienes me incluyo, sino por ser hijo de Ruiz Gallardón.
El hijismo, el apellidismo y el “por ser Vos quien sois” primó mucho, muchísimo en la Alianza Popular de los siete magníficos de los años 70 y bastante en el actual PP del nuevo milenio. La dedocracia y el premiar a los lameculos y a los chupapichurras es algo endémico en la derecha conservadora española. Y el que los electos por señalamiento de dedo se agarren, como ladillas revenías de ingle de soldado de Regulares, a las ubres del partido es una pandemia ideológica. ¿Que el Albertín, con sus dudosas lealtades se quiere largar? Pues ya está tardando y que se quede de alcalde el Cobo, que es su número dos y de buenísima familia también, no en vano es hijísimo de Cobo Callejas, que posee los mejores polígonos industriales de Madrid. De hecho, el inmenso polígono donde se ubican las macronaves de los chinos de los veinte duros, son todas del papá de Cobo. Vamos, que al Juan Cobo no le han destetado con calostro de camella, sino que es de “gente bien” de toda la vida, que lo ha mamado. Igualito que Albertín, ese que adorna los madriles en Navidad tratando de que las guirnaldas de luces sean lo más “laicas” posibles y es tan amiguete de los socialistas y tan progre de salón y con junteras tan de la progresía. ¡Que moderno!
Eso sí, el PP, ahora que ha fichado a un figurón como Pizarro, que no necesita hacerse el pelotillero con nadie, porque tiene más categoría y mejores dineros que todos ellos juntos, el PP debería echar un vistazo alrededor y comprender que los españoles merecemos “algo más” que estar gobernados por un conjunto de palmeros y que queremos a gente prestigiosa. De alcaldesa de Madrid yo propondría en las próximas a Isabel Estapé, la primera mujer corredora de bolsa de España, notaria, esposa del increíble psiquiatra Enrique Rojas y resucitada tras la muerte de su hijo pequeño, es decir, capaz de sobrevivir al dolor más grande del Universo. Arrasaría, porque tanto ella como su esposo sí son carismáticos, sí vienen de triunfar de forma demoledora en sus profesiones y, de dedicarse a la cosa del politiquerío, no sería por los dineros ni el arribismo, porque tienen más categoría que todos ellos a mogollón.
Pero, si vuelvo a leer las crípticas “amenazas” del insulso Albertín, creo que me suicidaré haciéndome una “auténtica” liposucción, y como peso menos de cincuenta kilos, fallecería transformada en esqueleto. Cualquier cosa antes de seguir con la campaña del personaje, que ha conseguido lo que deseaba: “ser estrella” aún habiendo sido estrellado. Mala cosa, la acumulación de cargos, puestos y jornales. Quien es alcalde, malamente puede dedicarse en cuerpo y alma a satisfacer a los de su municipio si está que voy que vengo de la capital al Congreso de los Diputados. ¿De dónde carajos va a sacar el tiempo? Eso sí, absorber y liposuccionar la política y acumular puestazos, hurtándole la posibilidad a otros, incluso más válidos, pero menos pelotas, es una tentación cautivadora ¡Glup! Lo chupo todo. Puestecito por aquí, carguito por allá y cobrando sueldecillos muy apañados por cada nombramiento. Tíos, qué pirañas. ¿Que parecen más bien las cánulas que les meten por el muslamen a las celulíticas para que aspiren la grasientosidad? Sí. ¡Todo para la cánula!
De ahí, de la acumulación de puestos y de la transmigración, podrían sacar cacho los informativos y los opinadores, ahí sí que hay materia para remover y sorber, para regurgitar, criticar y poner a parir. ¿Que se va Albertín? ¡Por Dios, que quede como caballero y cumpla sus palabras! Y que luego abra un despachillo y se ponga de picapleitos, nada de puestazos ni consejos de administración. Que se meta a mileurista.¡A ver si hay cojones!