Propósitos para el 2008: que se pueda vivir

Compartir en:

Todos los años, en tal fecha como hoy y en el periódico en el que preste mis servicios, suelo plantearme los propósitos para el año entrante, como todo hijo de vecino. ¿Quién no tiene alguna secreta esperanza o un deseo no expresado para el futuro? ¿Qué dicen ahora? ¿Que deje de expresarme como un manual de autoayuda y le dé caña a alguien? ¡Déjenme, impíos, no me provoquen que es peor! Además hoy no puedo entretenerme con sus problemas, porque estoy ocupada haciendo un escrito muy cumplido y respetuoso, porque servidora es más cumplida que un luto, nada más y nada menos que al Subdelegado de Gobierno. Pienso presentarlo el lunes en la ventanilla de la Subdelegación, para que me den la copia sellada y guardar testimonio de las alegaciones que voy a exponer ante el representante zapateril en Málaga.
 
¿Que de qué se trata? No, vamos, que no es nada “excesivamente” trascendental, pero, si lo consigo, será un testimonio que ayudará a millones de criaturas. ¿Que si voy a ofertar gratis a la ciudadanía la vacuna definitiva contra las hemorroides? No. No es nada médico, pues profana soy en todo aquello de galenos que no concierna a la insania mental. De enfermedades mentales sí conozco, por cierto ¿Se sienten ansiosos? Yo un poco, porque, lo mismo, uno de mis grandes propósitos para el 2008, que es que mi pequeña familia viva segura y en paz, sin estar aterrorizada por ser asaltada dentro de la casa por las bandas del este o del oeste, de ultramar o de la puta que las parió –en fin, lo mismo que ustedes: no tener miedo-, lo mismo mi objetivo se cumple y les paso la fórmula. De hecho voy a exponer a tan excelsa personalidad mi firme intención de instalar un modesto y casero sistema en mi terraza para electrificar la barandilla, todo ello llevado a cabo por un manitas que hace chapuzas. Todo aquello que pueda electrificar lo electrifico y blindo mi humilde casita. Llega el del este, echa la pata por lo alto y se le mete una descarga que le fríe la entrepierna, sin llegar a electrocutarle del todo, para no tener problemas legales con los melindres de los límites de la legítima defensa. ¿Que eso está prohibido? ¿Y quiénes lo prohíben, quienes no son capaces de limpiar España de chusma para protegernos? No tienen autoridad moral ni para prohibirnos que nos meemos, eso sí, con mucha educación y secando la gotilla, en los vestíbulos de todos los edificios gubernamentales de la Nación.
 
Esos tipos están ahí, pagados con nuestros sudados dineros, para mimarnos, querernos, hacernos sentir felices y seguros, llenarnos de cariño y prohibir estrictamente lo necesario para la pacífica convivencia de los ciudadanos honrados, que es decir de la España que madruga y quema el bonobús a fuerza de viajes. ¿Quién tiene autoridad ética y moral para impedirme a mí, que vivo con un anciano demenciado y un adolescente, blindar mi casa con electricidad? Los únicos que pueden verse perjudicados por mi bricolage voltaico son los asesinos, los criminales, los atracadores y quienes vienen a hacerme daño. Nadie más va a tratar de irrumpir en mi casa escalando la barandilla ni forzando la cerradura. El propósito que perseguimos los ciudadanos honestos y temerosos de Dios es que se acaben la desprotección, los melindres y el mamoneo, y que la legítima defensa del individuo no tenga más límites que el de la lucha del bien contra el mal, como en tantos países europeos, mucho menos garantistas con los criminales y proclives a dotar a los ciudadanos honrados de todos los medios para defenderse. Yo les digo que enchufo y si sale el albanokosovar con la ingle humeante que le jodan. ¿Que me lo pueden prohibir? Recurriré. Aunque también el Subdelegado, para que no cunda el ejemplo, me puede blindar la casa con rejas, cristales antibala, alarmas, puertas blindadas, refugio de seguridad y un musculitos de gimnasio ahíto de anabolizantes en la puerta cada noche con una tranca. Disculpen, a los criminales no se les puede pegar: mejor con un altavoz para ponerse a pegar gritos cuando vea llegar a la banda, alerte a los vecinos y éstos consigan largar al asesino apedreándole con azucarillos, para no conculcar sus derechos y garantías. ¿Ustedes no están hasta los mismos cojones de tener miedo y de tantos garantismos, tantos derechos y tanto cachondeo? ¿No están asqueados de oír la frase “Así no se puede vivir”? Pues mi propósito, que hago extensible a ustedes, es que todos los españoles podamos vivir. Tan solo eso: que se pueda vivir.

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar