Las últimas elecciones han demostrado que España es un país profundamente conservador, no en el sentido de las ideas políticas, sino en el de la praxis, en el del vulgo que reza ¡Virgencita, que me quede como estoy!
Y la nueva Reconquista, la que ha España ha emprendido bajo la égida de las huestes capitaneadas por Santiago Abascal, tampoco se ganará en una sola batalla, sino a través de una larga guerra.
Ése es el último lirolariro electoral canturreado al unísono por los politólogos, los todólogos y los sociólogos. También por el grueso de los editorialistas y los columnistas.