Uno de los mejores elogios que Vladímir Putin ha recibido es obra del preclaro ingenio de Gabriel Rufián, esa lumbrera de la izquierda radicalmente burguesa: “Putin es un ultraderechista, es un ultranacionalista, no es la URSS, es un Romanov, es un zar”.
Parafraseando a Gómez Dávila: leer es la única manera de distanciarse del siglo en el que le cupo a uno nacer.
España, en su versión más elemental, más instintiva y más entrañable aún no ha sido completamente liquidada por el régimen del 78.
El panorama artístico español parece estar muerto. Su correlato social y político no luce mucho mejor. O al revés: un pueblo tan autocomplaciente y tan dócil en lo espiritual y lo material, está acabado.
¿No dicen las estadísticas que el 67% de los maridos y el 45% de las esposas reconocen, aunque en tales encuestas sean legión los que mienten, haber sido alguna vez, y a menudo muchas, infieles a sus parejas?
Bastaría que la infanta Elena se presentara en cualquier oficina del Registro Civil para que...
