Decir que todo vale en el sexo, siempre que el consentimiento sea libre y los participantes mayores de edad, se ha convertido en un latiguillo que todo tertuliano repite.
Me atrevo a decir que los jueces ven que el relato de la chica no encaja; pero también comprenden que una sentencia absolutoria resultaría a día de hoy social y políticamente inadmisible.