La sociedad actual, dormida, aborregada, estulta y conformista, de no pertenecer al género homo, podría perfectamente encuadrarse como poulain o potro, pullamen o animal joven. Poni o amago de corcel, a fin de cuentas. Un quiero y no puedo. Ponis, bípedos y cuadrúpedos, alimentados con piensos preparados y de dudosa calidad, cuando no pastando en idílicos jardines ad hoc, que sestean en establos de cinco estrellas. Animales mimados, humanizados, motor del nuevo y falso ecologismo de salón.
Asistimos en Europa a la transformación del equus, el animal inteligente y majestuoso, los Bucéfalos, Babiecas o Marengos históricos, en poni simplón, caballos de Troya a merced de unos burócratas sitos en Bruselas que hacen con los antaño ciudadanos, hoy súbditos, lo que se les antoja. A la sociedad europea le está pasando, a pasos agigantados, lo que al bicho de Von der Leyden. Que el canis lupus, el lobo feroz de los cuentos – por más que se empeñen en reescribirlos – , astuto, salvaje, hambriento y libre le ha hincado el diente y se ha cebado con él. Como no podía ser de otro modo, la terrible muerte de Dolly – así se llamaba el miembro de la familia – , llevó a la mandamás alemana a instar a la Comisión Europea a analizar profundamente la situación del lobo en Europa. ¿Ahora sí? ¿Y por qué no el pasado año, cuando solamente en Castilla y León se produjeron más de 5.000 ataques de lobos a ganado? Agresiones que seguirán aumentando siempre y cuando no se rectifique la ley que incluye al lobo entre las especies especialmente protegidas.
Europa, hace cinco siglos, era el lobo. Europa Regina o Reina Europa, con la península ibérica por corona. Hoy desmembrada, por desgracia sólo podemos hablar en su territorio de dos tipos de lobos: por un lado, los solitarios lobos contrarios a las agendas mundiales; pero, mucho ojo, también la civilización islámica, la cual, ayudada por los mansos gobernantes bruselenses, está entrando en el continente europeo para proceder en unas décadas a la gran sustitución. Llevamos un camino inexorable hacia unas nuevas taifas.
Puesto que el hombre europeo, individualista y egoísta, se devora a sí mismo, necesita del Leviatán o monstruo de grandeza inigualable, para que dirija sus vidas y dirima sus quehaceres personales y sociales. El Leviatán es hoy la Unión Europea. Su morada, Bruselas. A su merced y dictamen se encuentra la población, cual ponis, mantenida con un pelaje brillante, alimentación dirigida y ocio controlado.
Hasta ahora nadie temía al lobo. Tan solo los ganaderos españoles, tan olvidados como denostados
Hasta ahora nadie temía al lobo. Tan solo los ganaderos españoles, tan olvidados como denostados por los gobiernos socialistas regionales y de la nación, más preocupados por la sobreprotección de animales salvajes y alimañas que por el bienestar de aquellos que producen la riqueza vital de nuestro país. Ellos, que llevan años denunciando los disparates legislativos por aquellos que no han pisado el campo en su vida y que son los mismos que protegen una inmigración ilegal y descontrolada incompatible con el modelo de civilización cristiano europeo.
Hasta que el lobo entró en su jardín.