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Macron evoca la posibilidad de una guerra civil

"Cuando le propusimos al presidente de la República que fueran disueltas esas organizaciones político-religiosas, que mezclan a creyentes moderados y radicales, me dijo que no, porque correríamos el riesgo de llevar al país a una guerra civil".

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El viernes 13 de octubre, el "día de la ira" anunciado por Hamás, que llamaba a una pequeña yihad en toda la faz de la tierra, el mundo contuvo la respiración. Si todos los musulmanes se dieran la mano... En Francia, por ejemplo, este llamamiento condujo al degüello de un profesor de literatura en un instituto de Arras. Esperemos que los herederos de John Lennon estén ya preparados: lloraremos un poco más, depositaremos flores y escucharemos Imagine, y luego todo el mundo se irá a casa a sufrir la invasión islamista, hasta la próxima "herida en la garganta" (como los medios progres hablan de los degüellos islámicos).

El día anterior, Emmanuel Macron había recibido a los dirigentes de los once partidos representados en la Asamblea Nacional, unas horas antes de su solemne discurso al pueblo francés. Entre estos líderes políticos estaba, por supuesto, Jordan Bardella, Presidente de Rassemblement National (el antiguo Front National), que más tarde dio una entrevista en el plató de CNews. Lo que Bardella le pidió a Macron en el curso de dicho encuentro fue algo tan mínimo como la disolución de las "organizaciones político-religiosas", que no nombró ante las cámaras.

Los creyentes "moderados”

Ahora bien, mientras que la pregunta de Jordan Bardella era una cuestión de simple sentido común, la respuesta que el presidente del Rassemblement National atribuiye al Jefe de Estado es aterradora: "Cuando le propusimos al presidente de la República que fueran disueltas esas organizaciones político-religiosas, que mezclan a creyentes moderados y radicales, me dijo que no, porque correríamos el riesgo de llevar al país a una guerra civil".

La guerra civil: de manera muy similar a la del carismático François Hollande, Emmanuel Macron reconoció que, si no queremos soplar sobre las brasas de la guerra civil, no podemos oponernos a ciertas organizaciones musulmanas o a ciertas prácticas de nuestros huéspedes, esa gente tan amable, tan discreta. ¿Es sabiduría o cobardía? ¿Tiene razón o está exagerando para excusar cómodamente su inacción? No lo sabemos. Probablemente no tenemos toda la información.

"Creyentes moderados y creyentes radicales": esta expresión no significa nada. Quizás Macron esté hablando de la práctica pública de los fieles o de sus convicciones sobre la interacción entre religión y política. Ahora bien, uno se queda estupefacto ante esta idea de creer "moderadamente": para estar moderadamente convencido, más vale ser político que musulmán... Sin embargo, se le ve el truco. Lo que se ve, sobre todo, es que la propia y tradicional clase dirigente, la del viejo "arco republicano", ahora destruido por la realidad, ya ni siquiera intenta hacer lo que se espera de ella: gobernar. Tener la pusilanimidad de creer que el cierre de las asociaciones fundamentalistas conducirá a la guerra civil recuerda irresistiblemente la frase de Churchill sobre la guerra y el deshonor. Nuestros nuevos Chamberlains, nuestros nuevos Daladiers son los apóstoles avergonzados de una forma de convivencia en la que ya nadie cree. La situación es trágica, explosiva, y probablemente sólo haga falta un poco de nada para que todo degenere en un baño de sangre. ¡Qué suerte para ellos, pues si algo les sobra a estas damas y caballeros es precisamente la nada!

© Boulevard Voltaire

 

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