En la estela del gran avance identitario en Alemania

¿Es posible una Sahra Wagenknecht española?

En toda Europa el bipartidismo se desmorona y crecen las alternativas (de izquierda y de derecha) que prestan atención a los problemas de los votantes de clase media depauperada

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Las recientes elecciones regionales en Alemania han dejado claras tres preferencias del electorado: no quieren que continúe la emigración masiva, no quieren someterse a los dogmas de la ideología de género y no quieren continuar apoyando conflictos bélicos como el de Ucrania. El ascenso de Alternativa por Alemania (derecha populista) y Alianza Sahra Wagenknecht (izquierda antiwoke) coincide en esos tres factores, pero también alguno más, como que no quieren someterse dócilmente a la Unión Europea ni a las órdenes de los burócratas de la Agenda 2030 "para combatir el cambio climático". Ahora mismo, en esas coordenadas, se desdibuja el bipartidismo y nace la energía social y política del futuro.

La pregunta para nuestro país sale sola: ¿es posible que España se sume a esta oleada popular? La respuesta no es sencilla, aunque tampoco somos ajenos al discurso que defiende Wagenknetch para Alemania. De hecho, todo lo que ella pone sobre la mesa ya lo habían planteado hace años políticos de aquí como Jorge Verstrynge y Manolo Monereo, tantas veces tratados con distancia y menosprecio por los suyos (cuando no directamente acusados de 'fascistas'). Todos ellos están vinculados a un proyecto de largo recorrido como El viejo topo, revista y editorial en sintonía con el programa de Wagenknecht mucho antes de que ella lo formulase. Es un camino que la izquierda oficial teme, por eso El viejo topo fue vetado por el entorno de Ada Colau en la última Feria Literal de Barcelona, centrada en el ensayo político. El discurso de "izquierda sensata" (sintagma usado por Wagenknecht) tiene otra aliada constante en la escritora y columnista Ana Iris Simón, a la que también han llamado traidora y derechista por recoger los malestares de la España de abajo.

Educar en el odio a España

Está claro que la propuesta de Wagenknecht es del todo incompatible con la izquierda española actual, basta echar un vistazo a su brillante panfleto antielitista Los engreídos. Mi contraprograma en favor del civismo y la cohesión social (Lolabooks). Corto y pego un fragmento: "La izquierda-del-estilo de vida no solamente no quiere mejorar las condiciones materiales de los trabajadores y de otros desfavorecidos, sino más bien quiere explicarles cuáles serían sus verdaderos intereses y al mismo tiempo, exorcizarlos de su provincialismo, su resentimiento y sus prejuicios”, denuncia. Se trata, hablando en plata, de superar la mirada condescendiente hacia el pueblo de nuestras élites progresistas y recuperar la vocación política de servicio.

La izquierda oficial lleva demasiado tiempo educando a sus bases en el odio a nuestro país, enseñándoles a bajar la cabeza ante las tesis de la burguesía separatista y repitiendo que cualquier política de control migratorio es "racista" y de "extrema derecha". No será sencillo superar esa mentalidad .También han machacado a sus votantes con la noción de que cualquier cuestionamiento de las proclamas del lobby gay es homofobia. Además, surge otro problema crucial del que raramente se habla: crear un partido político nuevo requiere una amplia implantación territorial que implica conseguir dinero y cuadros fiables; por eso Podemos y Ciudadanos terminaron yéndose por el mismo desagüe (el que seguramente se trague pronto a Más País). La izquierda camina hacia la irrelevancia , pero no será sencillo que surja algo nuevo.

Dicho esto, me parece complicado que España se mantenga lejos de las mareas políticas europeas. Se dijo que las protestas del movimiento 15-M de 2011 eran nuestra vacuna frente a la "extrema derecha" y el espejismo sólo duró un lustro, así que quizá no es cuestión de que España sea una excepción sino de que caminamos a un ritmo más lento. En toda Europa el bipartidismo se desmorona y crecen las alternativas (de izquierda y de derecha) que prestan atención a los problemas de los votantes de clase media depauperada. ¿Se atreve alguien, preferiblemente mujer, a intentar convertirse en nuestro equivalente a Sahra Wagenknecht?

© Vozpópuli

 

 

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