Memoria histórica, la venganza del Frente Popular

El último empujón hacia el dominio totalitario de la izquierda consiste en demonizar el franquismo y todas sus consecuencias.

Compartir en:

Allá por 1974, cuando el régimen de Franco se iba desvaneciendo por la progresiva extinción física de su titular, la líder comunista Dolores Ibárruri, “La Pasionaria”, leal marioneta de Moscú, dijo unas palabras que iban a ser premonitorias: “Hemos esperado durante treinta y nueve años, y esperaremos algún año más, pero después nuestra venganza durará cuarenta veces treinta y nueve años. Se lo prometo”. Hubo que esperar, en efecto, casi otros treinta y nueve años, pero la ley autodenominada de “memoria histórica” de Zapatero, primero, y los posteriores desarrollos promovidos por la izquierda y el separatismo después, con la necia connivencia del Partido Popular, han hecho realidad el augurio de la vieja esfinge estalinista. Hoy estamos viviendo la venganza del Frente Popular. Porque no otra cosa significa la ley de “memoria democrática” que la izquierda y los separatistas pretenden imponer. Y por cierto que el objetivo no se limita a reescribir el pasado, sino que aspira incluso a implantar un régimen de nuevo (o, más bien, viejo) cuño en España, o en lo que quede de ella.

Jesús Laínz ha recuperado aquellas palabras de La Pasionaria, proferidas cual maldición gitana, para introducir su último libro: La gran venganza, de la memoria histórica al derribo de la monarquía. Laínz es uno de esos intelectuales que desde hace quince años vienen dando forma a la disidencia del pensamiento oficial. Sus trabajos sobre el separatismo son absolutamente imprescindibles por su rigor y su despliegue documental (y, además, escritos con impecable estilo), y seguramente el lector recordará el último de gran impacto, El privilegio catalán, donde explicó con todo detalle cómo Cataluña ha sido sistemática y deliberadamente privilegiada por los sucesivos gobiernos españoles desde principios del siglo XVIII hasta nuestros días, en un alarde de documentación que reduce a polvo el socorrido eslogan de “España nos roba”.

Este nuevo libro, La gran venganza, mantiene el estilo propio del autor, es decir, una montaña de datos expuesta con amenidad y genio bien vivo, y apunta a la pretensión izquierdista de fundar la legitimidad de la democracia española en la experiencia de la II República. El balance de Laínz es inequívoco: como experiencia democrática, la II República fue un episodio lamentable, un fracaso sin paliativos, y ello no por conspiraciones de la derecha, sino muy fundamentalmente por las aspiraciones revolucionarias de la izquierda. Por consiguiente, toda la retórica socialista, comunista y separatista acerca de la II República y el Frente Popular es una gigantesca mentira. Una mentira, sin embargo, que es imprescindible asentar para llevar a cabo el gran proyecto: derribar a la monarquía nacida de la transición (es decir, del franquismo) y volver al vetusto proyecto republicano.

¿Qué va a encontrar el lector en La gran venganza? Todo: una crítica del proyecto izquierdista de resucitar rencores por todas partes, una ajustada demostración de la realidad (atroz) de la II República, un amplísimo abanico de testimonios de republicanos que terminaron volviéndose contra el Frente Popular y, por supuesto, un agudo análisis de la pretensión última, que es la demolición de la monarquía en España. A lo largo de estas páginas saltan Unamuno y Largo Caballero, Orwell y Ada Colau, Francisco Franco y Azaña, y la impresión que queda en el ánimo del lector es la de una enorme perplejidad por el tamaño inmenso, inabarcable, de la gran mentira que hoy, ley mediante, trata de imponerse en España contra la verdad de lo que realmente fue nuestra historia.

Un libro imprescindible, como todos los de Jesús Laínz.

© Leer por leer

Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.

Compartir en:

Comentarios

¿Te ha gustado el artículo?

Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.

Quiero colaborar