Ucrania: grandes errores

LUIS FRAGA, cuyo apellido es suficientemente conocido en España, se incorpora al equipo de EL MANIFIESTO. Con su sagaz pluma nos hablará de lo que conoce mejor que nadie por su amplia experiencia in situ: la realidad de Ucrania y Rusia, que analizará y de la que informará Junto con otras firmas ya habituales de nuestras páginas como 'Sertorio', Eugenio de Dobrynine, el propio Aleksandr Duguin, etc. Reciba Luis Fraga nuestra más cordial bienvenida a EL MANIFIESTO.

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Pese a haber tenido al mundo en vilo el sábado 24 de junio, la revuelta armada de los mercenarios de Wagner no pasó de ser una breve tormenta con truenos pero sin rayos y sin apenas muertos; un rifirrafe entre egos más cercano al teatro que al póker. El asunto era potencialmente peligroso, sin duda. Y ello porque si la cosa hubiese ido en serio y, aprovechando el caos, Ucrania hubiese acabado por entrar en Crimea, siendo seguro que desde el Kremlin se hubiesen usado las armas nucleares. Escenario que, con todo, sigue siendo posible.

En realidad, el episodio sirve de recordatorio de algo de mucho mayor calado: la inmensa cantidad de grandes errores (y en el motín de los Wagner vimos algunos) que por casi todas las partes se han cometido en Ucrania.

Recordemos que la causa de todo error de cálculo suele ser, casi siempre, un previo error de percepción.  Y la equivocada percepción de la realidad en Ucrania ha provocado un conflicto que se concreta en un cúmulo de errores de casi todas las partes: Europa, Ucrania y Rusia. Y un beneficiario: USA.

Como consecuencia del conflicto, Alemania ha entrado en recesión con inflación. El país con más peso en la economía europea,  a la que arrastra, gobernado por sus peores políticos desde la II Guerra Mundial, afronta el riesgo de una incipiente desindustrialización.  Los altos impuestos, la inflación y la elevada tarifa energética están provocando la deslocalización de empresas. En un conflicto en el que la energía es clave, Berlín asumió sin protesta la voladura por sus presuntos aliados de los gaseoductos con los que recibían gas barato de Rusia. Inaudito.

Los errores de Europa

Y es que los errores de Europa comienzan cuando sus élites y su opinión pública han asumido como indiscutible el relato de que la causa de la guerra es “la agresión imperialista de Putin contra una democracia europea, con lo cual se pone en peligro a Europa entera”.

¿Se corresponde la realidad con el indiscutible relato impuesto? Si fuera incuestionable, las sanciones europeas contra Rusia, esas que han llevado a Alemania (y detrás a Europa) a la recesión, serían tal vez entendibles. Ahora bien, si el relato oficial fuera erróneo por una equivocada percepción de la realidad, estaríamos ante el despropósito más estúpido de los políticos y de las élites europeas desde la fundación de la UE. Un autoengaño que perjudica gravemente a Europa.

Y ello porque el relato dominante parte de una percepción errónea por dos motivos: el primero es que la guerra en realidad no comenzó en 2022, sino en 2014 mediante un golpe de Estado en Ucrania —el llamado Maidan— que depone al presidente democráticamente elegido y aboca al país a la guerra civil.

Como asesor del gobierno de Ucrania, viví aquel golpe de Estado

Como asesor del gobierno de Ucrania, viví aquel golpe de Estado. Fui testigo de cómo se ideaba, de cómo empezaba a prepararse desde 2011 en Washington —con la participación de George Soros—.  Fue en Washington y no en Kiev donde conocí al oligarca Poroshenko, nefasto tipejo al que querían poner como presidente, y lo consiguieron.  Era evidente que se estaba fraguando una catástrofe.  Catástrofe en la que hoy estamos.

Poroshenko, al dictado de Washington, no sólo aceleró el plan de incorporar Ucrania a la OTAN —contra lo pactado con Rusia—; no sólo engañó a Rusia en los acuerdos de Minsk, conchabado con Merkel y el presidente de Francia, sino que además penalizó el idioma materno de más de la mitad de la población de Ucrania, el ruso. La suma de decisiones erróneas hizo que la guerra fuera inevitable. Y comenzó en el Este de Ucrania en 2014.

El segundo error europeo también es de percepción, ya que Ucrania no es la ejemplar democracia europea agredida que mantiene el mainstream machaconamente. Obviamente no puede ser una democracia ejemplar aquella que tiene ilegalizada a la oposición y con varios de sus líderes encarcelados o en arresto domiciliario.

Para entender la realidad hay que tener presente que un tal Kolomoisky, el más peligroso de los oligarcas locales, fue quien promovió para presidente al actor Zelensky. Oligarca y presidente se han enriquecido en cientos o miles de millones de euros.

¿A dónde va a parar la ayuda occidental a Ucrania, uno de los países más corruptos del mundo?

¿A dónde va a parar la ayuda occidental a Ucrania, uno de los países más corruptos del mundo? Y lo que es peor: ¿dónde acaba buena parte del armamento que se le está dando a Zelensky?

Europa, por lo tanto, se está suicidando. Las autosanciones, más que a Rusia, perjudican mucho más a Europa, que tras Ucrania y Rusia somos los principales perdedores en este conflicto. La UE es el tonto de esta película.

Errores de Ucrania: ya se han descrito algunos. El principal, con todo, es no haber abordado la descentralización y el respeto a los idiomas locales que el país necesitaba. Sus pésimos políticos ni lo entendieron ni quisieron entenderlo y pusieron al país en rumbo de colisión contra Rusia, su vecino.  Mientras, EE. UU, “el primo de Zumosol”, desde muy lejos en el otro lado del océano, animaba a Ucrania a provocar a Rusia. 

El pueblo ucraniano es muy buena gente, pero con políticos todavía mucho peores, ya es decir, que los que hoy sufrimos en España o en Alemania. En Ucrania no hay partidos como en Europa. Hay oligarcas. Putin, conocedor del peligro que esta gente tiene, ha sido más listo: en Rusia ha acabado con todos.

Errores de Rusia

Los errores de Rusia se observan en varios planos. El hecho político y estratégico de la invasión de febrero de 2022 tiene diferentes valoraciones y deben ser los expertos militares quienes analicen los evidentes errores tácticos y logísticos que se cometieron al inicio de la invasión. Iban a ser 10 días y llevamos más de 500. Iba a ser un paseo militar y son muchos miles los caídos.

Y, de nuevo, enormes errores de percepción: Los estrategas de la invasión no entendieron que gran parte de la población prorrusa de Ucrania —con cuyo apoyo creían contar— se iba a volver contra ellos al empezar a caer misiles y bombas.

Rusia poco o nada ha hecho por tener amigos y cuidar las formas

Ni tampoco supieron prever la determinación de la OTAN: querían a Ucrania fuera de la OTAN; pero ahora ya de facto prácticamente está en ella y, además, como consecuencia de la invasión, Finlandia acaba de incorporarse y Suecia pronto lo hará.

Pero el verdadero error crónico de Rusia es otro. No es un error de fondo, sino de formas. Y las formas son esenciales. Rusia poco o nada ha hecho por tener amigos y cuidar las formas.  A Rusia le da igual carecer de “mano izquierda”, gestionar con tino la cooperación o establecer con quién puede desarrollar vínculos y con quién no. No es un error de sus diplomáticos (por ejemplo, en la Embajada en España son de primera), sino que es un error del modelo burocrático estatal heredado de la época soviética.  Y es un error que sus instrumentos dedicados a la imagen y política exterior (como algunas de las fundaciones  que dependen del Kremlin) no hayan logrado generar complicidad y afectividad, explicando mejor su forma de actuar. Un error porque la población rusa —gente excelente— nada tiene contra Europa.

Sorprende semejante tosquedad en un país de ajedrecistas y gente inteligente y formidable literatura y música. Rusia quería ser Europa, pero poco hace para ello.

La política de gestos es mucho más importante de lo que suele creerse

Un ejemplo es la antipática política rusa de visados (y el modo en que se lleva a cabo), que parece enteramente diseñada por los enemigos anglosajones para que Rusia pierda amigos. Ucrania aquí fue más hábil, pues al suprimir sin reciprocidad, a principios de siglo, el visado de entrada, logró, a largo plazo, ganar más amigos en Europa y logró que, años después, ésta le correspondiese levantando la necesidad de visados para los ucranianos. La política de gestos es mucho más importante de lo que suele creerse.

¿Errores de EE. UU. y de los anglosajones?

No exactamente, porque son los beneficiarios de la guerra y han conseguido lo que querían: debilitar a Rusia y evitar una alianza —lógica y deseable para nosotros, los europeos— en materia energética y otras materias entre Europa y Rusia. Y así nos venden el gas mucho más caro que el ruso. El gas, y las armas en el actual clima belicista.

En suma: estamos --como en 1914-- ante la conjunción de un cúmulo de errores de casi todas partes. Y ante un conflicto que pudo haberse evitado y que algunos preveíamos desde por lo menos 2011.

¿Estamos en la catástrofe total? No. Aún no.  Pero la veremos y la sufriremos si se utilizaran armas nucleares. Y, como decíamos al principio, ese escenario no es descartable. Dependerá de que Rusia lo necesite o no.


Luis Fraga


Senador en España durante 21 años (1989-2011). Asesor (2013-2014) del Gobierno de Ucrania, y destacado miembro —principal cabeza visible— del Consejo de Dirección del “Instituto para la Paz” en Kiev (2016-2023) hasta su reciente ilegalización. Fundador (2011) del grupo parlamentario informal de amistad entre Ucrania y España. Patrocinador (2022) del primer libro bilingüe en español y ucraniano sobre poesía y pintura ucranianas.

 

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