En defensa de Prigozhin

Las grandes obras de Prigozhin son ignoradas tanto por los medios como por el gran público.

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Su apellido (Пригожин, en ruso; en español Prigozhin) no ha de caer en el olvido. Ni ha de omitirse la relevancia de sus extraordinarios trabajos. Carecen de importancia detalles circunstanciales de su vida (por ejemplo, si le gustaba la música de Wagner, o la pintura renacentista), comparados con sus verdaderos logros.

Pese a nacer en Moscú, su destacable acción se desarrolló fuera de Rusia, donde ganó fama mundial. No viene mal recordar sus casi desconocidas aportaciones al saber de nuestros días.

Su libro más ameno, que casi nadie conoce, se titula Tan solo una ilusión. Toda una tarjeta de visita. Un interesantísimo trabajo sobre los procesos disipativos en sistemas no lineales que se alejan del patrón de absoluto equilibrio que —como explica Prigozhin— no siempre se da en el orden del Universo. Otro libro suyo, The End of Certainty: Time, Chaos, and the New Laws of Nature, es igualmente imprescindible. Un genio.

Sus ensayos, casi nada conocidos, pero que refutan el inexorable determinismo en la naturaleza en el que algunos creen, poco o nada han sido leídos por el gran público, en efecto, pero son de enorme importancia. Resumamos a continuación algunos hitos básicos de su pensamiento:

Primero. La base de sus meditaciones, que siempre han fascinado al autor de estas líneas, es la teoría del caos. El caos, sí. Porque el universo es caótico. Esta teoría, ahora universalmente reconocida y científicamente aceptada, analiza los fenómenos y el comportamiento en sistemas dinámicos que aparentemente son imprevisibles y que, sin embargo, siguen patrones de la física en situaciones que parecen aleatorias, pero que en realidad distan de serlo. La frase que lo sintetiza es famosa:

“El aleteo de una mariposa en Siberia que causa un ciclón en el Caribe”

el aleteo de una mariposa en Siberia que causa un ciclón en el Caribe”. El comportamiento humano podría ser un ejemplo de ello.

Segundo. Ello le lleva a adentrarse en la complejidad de los procesos irreversibles.   Y de ahí desemboca en el más genial concepto por él formulado: las estructuras disipativas. Es decir, nos hallamos ante una “acertada extensión de la teoría termodinámica a sistemas alejados del equilibrio, que sólo pueden existir en conjunción con su entorno”. La clave está en esos “sistemas alejados del equilibrio”, que sin embargo son fundamentales en la naturaleza y que, tal vez, constituyen el propio origen de la vida. Según nuestro autor, ello nos ha de llevar a un «nuevo diálogo entre el hombre y la naturaleza». La aportación de Prigozhin es enorme. No todo en el Universo se rige por esquemas según la lógica clásica aristotélica. Es lo nuevo que Prigozhin nos expone.

Tercero. A mi juicio, la más interesante aportación de Prigozhin es su reflexión sobre el tiempo. El tiempo, sí. No sólo la más compleja cuestión de la metafísica, sino también de la física.

Según Prigozhin, el tiempo es anterior a la materia

Según Prigozhin, el tiempo es anterior a la materia. Afirmación arriesgada, pero interesante. San Agustín, sobre la cuestión del tiempo, fue más prudente: “Si nemo ex me quæratscio; si quærenti explicare velim, nescio” (Si nadie me pregunta, lo sé; si quiero explicarlo a quienes me lo preguntan, no puedo).

Bergson, Heidegger, Jünger, las mejores cabezas de la humanidad han reflexionado sobre el tiempo, esa enigmática pero fundamental dimensión del cosmos. Prigozhin no entra demasiado en filosofías. Razona, pero con inmensa inteligencia y con números. Y le da otra perspectiva. Las cuestiones que se plantea van más allá. 

Prigozhin (Ilya Romanovich Prigozhin, en ruso Илья́ Ромаaнович Пригожин; Prigogine en la versión franco-belga), catedrático en Bruselas, Chicago y Texas, con razón fue galardonado, por sus agudos pensamientos, con el premio Nobel de química en 1977. Aunque nacido en Moscú, fue elevado al título de vizconde por el rey Balduino de Bélgica en 1989. Su obra ha de ser recordada. Ilya Prigozhin, ya vizconde y mundialmente reconocido, murió en Bruselas a los 86 años en 2003.

Forma parte Prigozhin de ese escaso grupo de personas, con Newton, Einstein, Bohr, Heisenberg y pocos más en la física (pero, en el caso de Prigozhin, además en su interacción con esta parcela del conocimiento que es la química) que han llegado a la máxima frontera de la inteligencia humana. Pero la inteligencia humana es reducida. Nuestra capacidad para conocer y aprehender el Universo es escasa. Y sólo podemos quitarnos el sombrero y agradecer sus ideas a quienes han llegado hasta el final de nuestras limitadas capacidades.

Prigozhin (Пригожин en ruso) es, ahora en 2023, apellido de efímera notoriedad. Da igual. Recordemos siempre, sin embargo, a este justificadísimo premio Nobel de apellido Prigozhin, leamos sus interesantísimos escritos e intentemos adentrarnos en la extrema complejidad de sus trabajos y sus geniales pensamientos.

¿Confusión con los apellidos? Pasa esto no sólo en Rusia, sino en otros países. En España, por ejemplo, tenemos a

Feijoo: uno de los mejores y más sagaces ensayistas que la literatura española ha conocido

Feijoo: uno de los mejores y más sagaces ensayistas que la literatura española ha conocido. Pocas cosas agradan más a un buen cerebro que leer los textos del Padre Feijoo (siglos XVII y XVIII), inteligentísimo benedictino que nos ha dejado algunos de los más interesantes escritos en lengua española, escritos todos ellos, con notable sentido del humor a la vez que profundidad mental, serias reflexiones y excelente prosa. Los apellidos a veces nos confunden, pero conviene separar lo importante y lo duradero de lo que no lo es.

No hace falta demasiado esfuerzo para ello. Tan sólo una visión amplia y cabal del cosmos. No es mal ejercicio para la inteligencia.

Luis Fraga. Senador durante 21 años (1989-2011) por el PP,
partido el que sigue afiliado. Aficionado aprendiz
de la física,en especial la de la física cuántica.

 

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