Porque tú ya lo sabes...
- La palabra Dios fue engendrada para designar la satisfacción ruidosa de tu apetito voraz, insolente, insaciable, eterno en su miseria irrefrenable.
- Tus padres serán colegas o no serán. Atiende bien a tus padres, y a los padres de estos, y procúrales una atención inferior a la de tu “cultura”. “Cultura”: esa vertiginosa y soluble estupidez en la que tú y las mayorías, os implicáis con el mismo ímpetu con el que termináis aburriéndoos y os enredáis maquinalmente así a otro hechizo.
Con ese aburrimiento con que trota cada momento de tu alienada vida.
- Sabes que “espiritual” pertenece a aquello que con incienso, dulces cócteles y no menos edulcorados y narcisistas proverbios, abona tu piel, carne única e irrepetible, digámoslo una vez mas, carne divina, divinamente blasfemante. Tu eres el fin, el resto del espacio universal representamos legítimos medios.
- Maldice al que te contradiga en la fe narcisista y maldice a quien te encharque ante tu sagrado espejo, con la injusta herida que te infringe la revelación de tu imagen limpia de cosméticos baratos, una imagen de abyecta incoherencia, la tuya.
- Si, es cierto. Tú también intuyes que un pueblo o una comunidad no pueden perpetuarse sanamente con elementos de tu ethos. (carácter) Pero estas designaciones y palabrejas tradicionales sólo habitan ya en imaginarios y trasnochados puertos, como losas que lastran cualquier autorrealización. Obstáculos para la humanidad.
- Es tu momento, es tu hora, prohibido significa bello y no habrá con que acusarte, si ha tu boca la libertad pronunciándose. Así que enreda con esmero tu lengua en retóricas que rueden en torno a ese comodín, esa que es tu última e impertinente palabra: Derechos; yo-me-mi-conmigo
- Es tu fiesta, es la vida, es la noche y cuando el límite te tosa indiscreto en la mollera, en forma de frustración, depresiones y vacío debilitante, ejerce tu derecho a la medicina, tu mejor muleta.
- ¡Revolución!, es la tuya, la que te diseña el malo pero inteligente sastre, para que puedas como hiena reír entre ruidos de malos pero inteligentes músicos.
- La sociedad son los demás, y no hay que acentuar más la disculpa, no rindas cuentas ni ante ti mismo, un ti mismo manco de deberes. Sabes conciliar tu desfachatez con el amparo que sagradas leyes ofrecen a tu derecho a ser feliz.
- El reflejo de la muerte, que juzgas estúpido en cementerios cual se tratase de almacenes de un pasado irrelevante … el reflejo de la muerte, ese mismo luce erguido en la palidez cutánea de tu indiferentismo que es ya una suerte de coja ideología. Una ideología de la muerte, muerte de una herencia cultural, muerte del espíritu, muerte de la armonía.
- Tu alfabetización es el ultimo argumento que acaba de anudar la tesis de que la razón de la fuerza es universal, y la universalidad de la razón solo es un supuesto con fuerza, amen que argumento inconcebible sino en criaturas o malvadas o imbéciles.
De éstos nunca faltarán. Tu perversión goza de buenismo intelectual y de tolerancia moral de los que nutrirse para mucho tiempo.
- Todos somos artistas, denuncia por racismo a quien no acate tu obra. Obra es aquello que libremente gustes en categorizar como tal.
- Tu existencia fluctúa entre la justicia y la ironía. Pues con justicia entristeces a tus padres, que leen en ti la mejor expresión de la irrelevancia más vanidosa e ingrata. Lo mas extraño, la ironía más incómoda de todo es la patética afectación de los papás y de aquellos que lloran sorprendidos y aparentemente incrédulos aquello en qué has finalmente devenido. Como si no fueras al fin y al cabo una consecuencia coherente de las condiciones dadas y de los estímulos, recompensas, promesas y arquetipos que hacia ti han proyectado.
- Tal vez con suerte, no veas la vergüenza del futuro regalándote una mueca inquisitiva, en tu vecindad a los sesenta, execrando vacío e indiferencia, o en la lucidez de tus hijos, a quienes no sabrás responder sin el auxilio de sonoros y artificiales soportes.
- Nadie sabrá mejor el precio del desorden, que quienes jamás lo aprendieron, y tú respirarás en lo que te rodea, aquel mismo putrefacto animal, carcomido y estéril para amar, que garabatea ya agónico por entre las ruinas de quien no serás.
Tic, tac.
Tic, tac, es tu fe, tic tac,
- Niño de cristal, pondráse a prueba tu piel en la hora en que te ahogues en tormentas, y altas temperaturas quiebren tu indigno e impostado caparazón.
- Niño sin domingos, enemigo de las vigilias y de los silencios,…
- Sólo tienes tu seco e indigerible tic, tac …
Enjoy!