No, el piropo no es un problema. Tu felicidad tampoco es un problema para nadie. El único problema es que somos hombres, apenas eso. Frágiles, mortales, rosas.
No es política, no es ideología, mucho menos es una “cortina de humo”, no: lo que hoy estamos viendo imponerse es una especie de nueva religión secularizada, un credo universal de sustitución, una suerte de fe ciega que aspira a apoderarse de los cuerpos y las almas.