Nuestras religiones autóctonas son el fruto de la historia de este continente; son la expresión de vida, hoy, de nuestras tradiciones e identidades más antiguas.
En el Vaticano, en cambio, siguen sin querer enterarse
"Los inmigrantes aquí son demasiados. Ustedes deben tener el coraje de decir basta", declaraba recientemente en Italia el líder espiritual de los tibetanos, una actitud que contrasta tristemente con la del Papa Francisco, el cual ha vuelto a declarar, en el aniversario de su mediática visita a la isla de Lampedusa, azotada por masas de inmigrantes, su apoyo decidido a la Gran Sustitución.
En España (Cataluña incluida) prosigue la Gran Sustitución
El jeque Tamim bin Hamad al Zani, de la dictadura islámica de Qatar, además de patrocinar al Barça, ofrece 2.200 millones de euros a la familia Balañá, propietaria de la plaza de toros cerrada por la dictadura separatista de Cataluña, para crear la mayor mezquita no sólo del nuevo Al-Andalus, sino también de Europa (próximamente Eurasia) y tercera del mundo.
El 30% de los jóvenes franceses menores de 35 años votaron el domingo por el FN de Marine Le Pen. El fenómeno sorprende, pero lo que no asombra —se sabía desde hacía ya tiempo— es que el proletariado, como decían quienes inventaron la cosa, vote masivamente (con un 43%) al partido de la derecha identitaria. Se ve que esas cosas de la patria, la identidad —el ansia, en suma, de tener un destino colectivo— aún llegan al corazón del pueblo. No desde luego al de los oligarcas y pijos progres.
Siempre se ha dudado si la religión era discurso cultural o el resultado de la evolución cerebral. Los científicos no afirman ni invalidan las creencias de cada uno, pero aclaran que es la actividad cerebral la que permite creer y que esa actividad diferencia al que cree del que no.
El grupo musical de Quebec "Les Aïeuls" canta "Dégénération"
