Es preferible flagelarnos con oscuras culpas a reconocer que la Primavera Árabe fue una filfa sangrienta desde sus inicios; que Estados Unidos juega una carta de doblez infinita.
Heiko Maas, el ministro alemán de Justicia, fue abroncado y silbado sin clemencia por la multitud en el curso de mitin celebrado con motivo del 1º de Mayo.
Ochocientos mil inmigrantes se habrían congregado en las costas libias dispuestos a cruzar hacia Europa en cualquier momento, según informa el diario austriaco Kronen Zeitung citando al ministro francés del Interior, Jean-Yves Le Drian.