Asistir al linchamiento de un amigo no es plato de gusto. Esto es lo que está sucediendo a estas horas con Fernando Paz, al que las piaras del cortaypega de La Sexta y El País están difamando, calumniando e insultando con una saña propia de su escuela, la estaliniana.
Pablo Casado, el niño bonito de la derechita blandita, acusa a Abascal de no saber nada de nada: ni de economía, ni de sanidad, ni de educación, ni de política exterior.
Me asalta la interrogante democrática cada vez que observo cómo determinadas cofradías del más diverso pelaje se autoarrogan la representación de según qué colectivos.