Jack London es una voz inseparable de su tierra y de su tiempo: una tierra en la que todo era posible, en un tiempo que era el del nacimiento brutal de la modernidad.
Yo diría que lo que ha sucedido de verdad, y lo que más peligro tiene, es que es justo al revés de lo que nos temíamos: no es que el campo haya embrutecido la ciudad. Es que lo peor y más fútil más arribista de la ciudad ha atontado el campo, despojándole de su antigua nobleza y de su instinto.
En esto de las intromisiones las hay buenas y las hay malas. Por ejemplo, es buena cuando la ejecuta un gobierno ético por naturaleza y con una superioridad moral innata, verbigracia: los Estados Unidos.