Recalquemos una vez más este hecho: Tucker Carlson no es sólo un periodista inconformista, sino un paleo-conservador plenamente definido y coherente con una ideología, así como con un sistema de valores y una imagen del mundo sumamente clara y bien elaborada.
Su viaje a Rusia no es una búsqueda de sensacionalismo mediático, sino que forma parte de un programa ideológico elaborado. Es una visita política. Con esta visita de Tucker Carlson, el ala conservadora de la sociedad estadounidense (al menos la mitad de la población) determina su actitud hacia Rusia y Putin. Tucker Carlson es un político conservador, tradicionalista y activista social. A través de su persona, el conservador norteamericano hizo al presidente de Rusia preguntas realmente interesantes y recibió respuestas bien pensadas.
Todo ello representa un doble golpe para el lobby liberal-globalista de Estados Unidos: golpe externo, por lo que hace a Putin; y golpe interno, por lo que se refiere a Tucker Carlson (y colaterlamente a Trump). Es interesante que en Estados Unidos exista un fenómeno que podríamos ver como una suerte de socialismo MAGA: Jackson Hinkle es un buen ejemplo de ello. Este grupo es amigo del conservador Tucker Carlson, pero al mismo tiempo son marxistas que apoyan a Trump y gritan: Make America Great Again (MAGA). Es decir, hay izquierdistas normales que disponen de sus plenas facultades mentales. Y junto a los conservadores de derechas están decididos a aplastar la hegemonía liberal.
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