Cuando ustedes lean estas frases, seguramente con la insana intención de criticar a esta rifeña, habrán pasado un par de días de la fecha luctuosa en la que las libertades de expresión y de opinión, el gracejo, el humor, la chanza y cualquier atisbo de creatividad e ingenio, esas cualidades y calidades que me hacían soñar con la Patria querida desde mi cerrado y hermético Marruecos natal, perecieron enterrados por la censura. RIP.
Mi teléfono echa humo tratando de contactar con los artistas del semanario satírico El Jueves, vergonzosamente secuestrado por las FOP, en plan batida por los kioscos retirando el número “prohibido”. Si, en la cultura hindú, los Intocables son la casta más humilde, en nuestra actual incultura democrática los Intocables son los Más Privilegiados, Aquellos que se encuentran muy por encima del Bien y del Mal. Pluscuamperfectos sentados a la derecha de Dios Padre. Miento. Muy Superiores al mismísimo Dios Padre, ya que en esta Expaña con “x” los cristianos nos hemos visto vejados, insultados, e injuriados con los comportamientos y los ataques más blasfemos contra nuestra cultura, nuestra religión y nuestras creencias. Y ningún Ilustrísimo Señor Magistrado Juez ha ordenado movilizarse a las FOP. Es más, nosotros, para hacer respetar lo nuestro, nos lo hemos tenido que currar en los Juzgados de Guardia y poner denuncias normales y corrientes, ante la indiferencia del stablishment, que practica un ateismo feroz y beligerante. Y nos jodemos, rabiamos, porfiamos y denunciamos sacrilegios y blasfemias, con los instintos de un gato dando vueltas en el microondas, y ya pagará el inglés el vino que se bebió.
A Nuestro Señor Jesucristo y a su Santísima Madre se les puede ridiculizar con obscenidad infinita en biblias pornográficas y sin consecuencias. A la Realeza, no. Un dibujo satírico del principito y la Leti, y ¡secuestro! O al menos tentativa, porque son tan burdos y tan zafios que publicitaron el tema en el telediario, en plan críptica amenaza, para que los españoles nos asustemos y nos empapemos, para tenernos acoquinados, acojonados y controlados con amenazas de dos años de cárcel para quien se meta o arremeta contra nuestros Intocables particulares y los españoles, como Fuentovejuna, todos a una, nos lanzamos como langostas a arramplar con cuantos ejemplares de El Jueves existían en nuestras ciudades, y el número se agotó en poco tiempo, así que los enviados por la censura llegaron cuando media España se descojonaba de risa y la otra media bufaba increpando: “¿De dónde en democracia nos van a censurar a nosotros? ¡Leemos lo que nos sale de los cojones! ¿Esto que es?”. Sí. ¿Qué es esto? Y lo pregunto con inquietud, porque ni ustedes ni yo queremos privilegios infinitos, ni posiciones adscritas, ni vivir con miedo a las represalias de los Intocables. Pero si a nuestro Creador se le puede tocar, ¿de qué tipo de materia sobrenatural están hechos estos Intocables para ser más venerados, respetados y temidos que Dios?
¿Que mi falta absoluta de respeto y reverencia hacia conceptos distintos de Dios y la Patria deriva de mi mezclada sangre calorro-rifeña? Sí. Puede ser cosa de la genética, porque cuando se remezclan y entremezclan adeenes de las más levantiscas razas de la tierra, salpimentado con un perdido gen atlante, otro celtíbero y mucha tradición de adorar a la madre Tierra, más una miaja de oficio de caldereros y una pincelada de brujería moruna, el resultado es malo. Aunque yo les aseguro que soy muy buena. De hecho, todas mis amistades se muestran agradablemente sorprendidas por mi virtud y santidad, eso lo sabe todo el mundo. Como quienes me rodean me han visto durante una tarde llamando a un teléfono proporcionado por el 11811 para decirle a unos humoristas gráficos que, pese a mi intrínseca vulgaridad, soy una abogada chusquera, con veintiocho años del más duro de los derechos penales en las trancas y un sinfín de historias profundamente humanas en las alforjas, y que para esta letrado sería el mayor de los honores unir mi firma a los abogados que les defiendan y aportar mi experiencia de injusticias de la Justicia, la gramática parda de lo vivido y padecido para que, de haber en su día una sentencia, ésta resulte el más truculento varapalo y escarmiento para quienes se sienten y se consideran por encima de, cada cuatro años, todos a las urnas. Y, a quien no nos guste, le mandamos a su puta casa, por malo, por tonto o por ambas cosas a la par. ¿Qué dicen mientras entran con toda la mala leche del planeta en la página web de El Jueves para contemplar la portada de la discordia? ¿Que los rifeños siempre hemos estado muy levantiscos con veleidades de República independiente del Rif? Será que de ahí me viene el gen republicano, dignificado por el patriotismo irreprimible e irrefrenable de los neocon, aunque, que conste que a la Realeza de ustedes, nosotros, los rifeños, la respetamos, porque fue el Caudillo, que quería al Rey de ustedes como a un hijo, quien le eligió y designó como sucesor, y en mi pueblo se le tenía mucha fe a Franco. Será porque le recordábamos de su etapa moruna y con su Guardia Mora y que, comparado con el sultán descansado Mohamed V, que Dios tenga a su vera, resultaba de lo más demócrata orgánico. Además en Nador todos los españoles habíamos escuchado lejanas referencias a una cosa que se llamaba “contubernio”, pero como ignorábamos el significado de la palabra no le echábamos cuentas.
Cavilo. Y no me llamen cabileña: cabileños fueron mi padre y mi abuelo, yo nací en una casa normal que tenía hasta agua y luz y un retrete español que hizo importar mi progenitor de Tetuán, que no un agujero en el suelo. Y si no usábamos papel higiénico, sino papel de periódico y abluciones, era porque no existía en mi zona esa modernidad y había que tirar, primero, de las páginas mentirosas de El telegrama de El Rif, y después, del lavado, porque era tradición lavarse y limpiarse las vergüenzas con la mano izquierda, ya que la derecha se utiliza para comer. Cosas de la higiene.
¿Que si en mi tierra alguien se atreve con la Monarquía Alaouita? ¡Whó por ustedes se haga y se encuentren en la ruina! ¿Que si se sigue utilizando el método tradicional de meter al discrepante en un saco de arpillera lleno de gatos, apalear el saco y echarlo rodar cuesta abajo? ¡No vean el espectáculo cuando se abre el saco, pura carne picada para pinchitos kefta! Pero no. Ustedes tienen mala baba y fabulan mucho. ¿Que si secuestran revistas allá abajo? Y aquí arriba. ¿Qué diferencias hay? Intocables los unos y los otros. Pero los de abajo lo dicen con la boca abierta en una amplia sonrisa y porque les sale de la punta de su prepuciejo descapotado; los de aquí lo susurran con malos ojos, culo apretado y boquita de pitiminí- Pero la censura es censura en todas partes. Y cuando llegan los guardias, sean mejannies o FOP, llegan a llevarse la libertad de expresión y de opinión, la libertad de elegir lo que queramos y no lo que viene impuesto. A las ocho treinta la web de El Jueves parecía una esquela mortuoria. ¿Y tenemos algo parecido a una Carta Magna? Sí, “esa” que dice consagrar derechos y libertades. ¿Qué libertades? Las que graciosamente y por magnanimidad tienen la bondad de otorgarnos y “según que”.
Mi telefonillo está más quemado que el cenicero de un bingo y yo, la rifeña, pienso que todo ha fallado desde un principio. Porque los llamados Padres de la Patria olvidaron al momento de redactar esa Constitución, talentosos, leídos, escribidos y con los pensamientos muy pensados, que el primer gran derecho que debían consagrar es el irrenunciable derecho de todos los españoles a ser felices y el deber de los Gobernantes de partirse el culo para que ese derecho sea una realidad, que no una expectativa. El Derecho a la Felicidad. Y, a partir de ahí, seguir escribiendo.
Pero… ¿Ha existido en verdad el 20 de julio del año 2007? Vamos a ser rifeñamente felices y a responder con una negativa. No. No ha existido. Esas cosas les pasan a los vecinos; a nosotros, jamás, porque no lo consentiríamos. Cuestión de temperamento español.