¿Carles, eres tú? ¡Por fin! Hola, soy Mariano. ¿Te llamo en mal momento? ¿Cómo te va? ¡Qué difícil eres de localizar, carallo! Pero dime, ¿por qué te has ido, si no tenías necesidad? ¡Si nada nos habría agradado más que te hubieras quedado e incluso que te hubieras presentado a las elecciones de diciembre! Eres un caprichoso, Carles. Más fácil no te lo hemos podido poner. Te concedimos plazos, y cuando esos plazos vencieron, te concedimos más plazos. Habríamos hecho cualquier cosa para no tener que aplicar la Constitución, empezando por ese engorroso artículo 155 que tantos dolores de cabeza me está dando. ¡Si hasta pedimos perdón por haber tenido que sacar a guardias civiles y policías para cubrir el expediente ante el referéndum ilegal que te empeñaste en convocar! ¡Con lo bien que nos estaba saliendo todo, Carles! Tú declaraste la independencia, pero poco, gracias a Dios. Te pregunté si habías declarado lo que habías declarado o si no habías declarado lo que habías declarado. Incluso Soraya, que de leyes sabe un rato, te rogó que tipificaras tú mismo el delito que no teníamos claro que hubieras cometido. En bandeja. Pero respondiste con una carta muy rara, admítelo. No había modo de saber si subías o bajabas. ¡Menudo gallego estás hecho! El caso es que, a regañadientes, no me ha quedado más remedio que aplicar el 155, aunque poquito y suavecito, no vaya a ser que me llamen cosas feas. Pero ya ves que hasta Su Majestad se ha empeñado en hacer cumplir la ley… Lo más grave es que has conseguido revolver los gallineros, Carles. Sí, en plural, el tuyo y el mío. ¡A ver cómo calmas ahora al tuyo tras haberle excitado con banderitas y sacado a la calle a insultar, perseguir, acosar, empujar, golpear, escupir y apedrear a policías y guardias civiles mientras tú andabas escondiéndote por túneles! Por cierto, hablando de túneles, me han contado últimamente unas historias muy raras de un tal Capitán Cojones corriendo por las cloacas de Barcelona en 1934. No sé muy bien de qué va el asunto, pues ya sabes que lo mío es el ciclismo, pero la gente se está partiendo de risa con vosotros… Pero volvamos al grano, Carles, que nos dispersamos. Si tu gallinero está revuelto, no puedes imaginar cómo está el mío, que además es bastante más grande que el tuyo. ¡Menudas manifestaciones me están organizando! Sí, a mí, Carles, a mí. Porque eso de “¡Puigdemont a prisión!” no te lo dicen a ti, no. ¡Me lo dicen a mí! Estos días he leído por ahí que el nacionalismo español se ha despertado tras cuarenta años de letargo por la resaca antifranquista. Y ya sabes que el peor nacionalismo de todos es el español, que me lo han explicado personas de mucha solvencia. ¡Con lo tranquilos que los teníamos, Carles, y ahora se nos han echado a la calle! ¡A ver cómo hacemos ahora la reforma constitucional que veníamos anunciando desde hace meses! Porque tú sabes tan bien como yo que ni tú ni yo mandamos de verdad. Aquí los que mandan son los del dinero, tanto los de dentro como, sobre todo, los de fuera. Y ésos quieren que sigamos teniendo la fiesta en paz, por el bien de todos y sobre todo por el de sus bolsillos. Y no olvides que contáis con el total apoyo de la izquierda, que, como sabes, siempre perderá el culo por daros la razón en todo. ¡No sabes qué pesado está Pedro con eso de la plurinacionalidad, el federalismo y otras palabras muy largas! Por eso la reforma constitucional iba sobre ruedas para fingir que se cambiaban un poco las cosas a vuestro favor de modo que las cosas siguieran más o menos igual. ¡Con lo que habríais salido ganando en nuevos puestazos y sueldazos mediante la profundización del Estado de las Autonovuestras! ¡Si hasta estábamos pensando consagrar constitucionalmente el monolingüismo en Cataluña, poneros asiento en la ONU y permitiros tener selecciones deportivas, pues Rosell y Gay de Montellá nos habían dicho que así dejaríais de estar sometidos! Pero tal como se han puesto las cosas, me parece que los míos, que, como siempre, habrían vuelto a tragar cualquier cosa, esta vez no tragan. Pero no porque estén enfadadísimos contigo, no, sino conmigo. ¡Y cómo está la prensa, llamándome de todo cada día! Hasta se burlan de mi magistral manejo de los tiempos. ¡Qué difícil se nos han puesto las cosas, Carles! Y todo por vuestra impaciencia. Porque dime: ¿por qué tanto empeño en hacer un referéndum ilegal el 1 de octubre si ya has visto que te lo hemos convocado legal para el 21 de diciembre? ¡Y muy probablemente ganaréis de nuevo! Ten en cuenta que el 155 es simplemente un parche legal para corregir algunas cosillas en las que se os ha ido la mano por indiscretos, admítelo. Y fíjate si somos generosos que ni aun así han sido procesados Jordi y su banda, y eso que ya los ves, multimillonarios perdidos cuando no hace tanto que la madre superiora lamentaba no tener ni cinco. Por cierto, y perdona que me ría, pero no me digas que no tiene gracia que estés pagando tú ahora todas juntas las fechorías cometidas durante cuarenta años por Jordi y Artur. ¡Eres un pringao! Pero lo que te estaba diciendo del artículo ése del demonio es que no cambia en absoluto el panorama electoral y mucho menos aún el ideológico. ¡Si hasta hemos dejado clarísimo que no pensamos tocar vuestra tele y vuestra radio, que, como habrás podido comprobar, siguen estando a vuestra entera disposición! Y en cuanto al largo plazo, ni te cuento: ¿no hemos dejado claro también que no tenemos la menor intención de tocar las competencias de educación? Mucho se habla últimamente de adoctrinamiento y de totalitarismo, por cierto, lo que me sorprende porque por aquí no teníamos ni idea. Algo mencionó hace poco Íñigo sobre algunos casos aislados, así que algún informe habrá que pedir a alguna comisión, pero no te preocupes, que la gente se olvida rápidamente de esas cosas. De modo que ya ves que tenéis garantizada la hegemonía ideológica para siempre, pues ya sabes que a los materialistas vulgares nunca nos ha interesado el debate ideológico. Lo importante es la economía. Además, tenéis la continuidad garantizada con ese Santi Vila, que tan prudentemente se bajó del carro tras habérsele calentado la lengua hace algunas semanas y que se ha ofrecido a continuar con los tradicionales pactos con los gobiernos de Madrid hasta poder conseguir la independencia con calma y, como él dice, ajustada a derecho. Ya sabes que en España, cumpliendo el procedimiento reglamentario, se puede conseguir cualquier cosa. Hasta su destrucción. No seré yo el que se oponga. O sea, que tampoco tienes por qué tomarte las cosas tan a la tremenda. Incluso en el peor de los casos, el de que el Estado de Derecho, que confieso que es un engorro, acabe enviándote una temporadilla a la sombra, tampoco es para tanto. Te alojaríamos con los Jordis y así hasta podríais pasar el rato haciendo proselitismo. Y cuando la gente se haya olvidado de todo este ruido, un indultillo y a otra cosa. De eso me encargo yo, que lo de poner a los criminales en la calle antes de tiempo se me da de maravilla. ¡Y con el pedazo de pensión que te llevarás, picarón! En fin, querido Carles: ¡pelillos a la mar y vuelve pronto, hombre, que te echamos de menos.
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