El capítulo 31.º de "Una Historia de España"
por
Arturo Pérez-Reverte
El Conde-Duque de Olivares, eligiendo la línea dura, se lo puso fácil a los caballeros Tamarit, a los canónigos Claris y a los extremistas de corazón o de billetera que ya entonces, con cuentas en Andorra o sin ellas, se envolvían en hechos diferenciales y demás parafernalia.