Le queda bien la Malvarrosa a Lady Madrid. El Mediterráneo saluda la rotundidad de formas ayusianas. Damos gracias a Jesús Nazareno de la Semana Santa Marinera porque existan las mammas italianas y sus versiones castizas. También te doy gracias, Señor, porque yo no soy como el progresismo Vogue de Sumar.
Domingo de Ramos. España olía a palma blanca y ramas de olivo para la mayoría; a ayahuasca y ñoñería para los seguidores de Yolanda Díaz —la fashionaria, la Carrie Bradshaw del comunismo—, y a salitre y aftersun para Isabel Díaz Ayuso.
Ayuso tiene un imperio de publicidad institucional, la dote de Yolanda es una chamana y merchandising rosa a gogó.
Isabel, musa de diarios y de las mañanas radiofónicas de España por su buen repartir, hacía lo propio con besos y selfies en el Mercado Central de la capital del Turia este fin de semana. Fue aclamada, y reclamada, por señoras en bikini en ese Levante de fartons y playa recién dragada.
Ambas mujeres, Díaz y Díaz, protagonizaron en domingo de Pasión su particular entrada en Jerusalén. Ambas miraban a La Moncloa. La vicepresidente biquiños quiere ser presidente y la presidente de la Comunidad de Madrid declaraba que: «Realmente no tengo rivales en Madrid, compito contra Sánchez».
No sabemos si Ayuso pretende desayunar Feijoos igual que merendó Casados, o se trata del susurrador MAR jugando a ser Iván Redondo. En cualquier caso, despreciar a tus adversarios políticos entra dentro de lo esperable en esta nueva clase de dirigentes que han tuiterizado los plenos, que dominan como nadie la dialéctica del zasca.
Isabel recalca que ella viene del PP de toda la vida, a ver si así vuelven los que se fueron.
Quizá los que se fueron tienen memoria para recordar que, tras ganar las elecciones de 1996 por los pelos, Aznar firmó con Pujol el Pacto del Majestic, por el que le «entregaba» Cataluña, y decapitó a Vidal-Quadras, que entonces era la única oposición no nacionalista a CiU. De esa traición y los liderazgos —por llamarles algo— posteriores del PP catalán salió Ciudadanos, por absoluta falta de representación de los catalanes que también se saben españoles.
En esa misma negociación de apoyos para la investidura fue cuando Arzallus, el que recogía las nueces de ETA según propia confesión anterior a esas negociaciones, dijo: «He conseguido más en 14 días con Aznar que en 13 años con Felipe González».
Quizá se fueron porque no olvidan que ya en el gobierno y con la mayoría absoluta de 2000, Aznar presentó una reforma laboral por la que los sindicatos hicieron una huelga general. Pese a que la huelga fue un fracaso modificó luego la reforma acomodándola a lo que pedían los sindicatos. Era la época en la que aún te jugabas un poco el bigote trabajando en día de huelga porque los piquetes podían impunemente reventar escaparates de los comercios abiertos, echar silicona en las cerraduras o darte algún porrazo si te pillaban trabajando. Aunque la gente fue a trabajar, el PP volvió a bajarse los pantalones.
A lo mejor lo que se recuerda es que, pese a tener mayoría absoluta, la sentencia sobre el antenicidio quedó sin ejecutar. En nuestras retinas perdura Ana Botella recibiendo a Polanco como si fuera de la realeza, rindiéndole una pleitesía inusitada.
En la entrevista concedida a El Mundo el pasado domingo durante su visita a Valencia, la presidente de la Comunidad de Madrid elabora una extraña teoría: «Por eso están [el gobierno] legislando de manera furibunda, para que el que venga detrás tenga mucho más difícil deshacer el entramado de leyes, para que cuando gane Feijoo puedan decir que si modifica algo es un facha, porque todo lo suyo eran avances, todo, y si tocas algo, si tratas de corregirlo, automáticamente estás contra el progreso, y se te echan encima».
La ley trans, la ley del aborto en el Constitucional, la de Memoria Histórica y la numerosa legislación sobre ideología de género evidencian una realidad muy diferente. Se alternan los partidos, pero los procesos de ingeniería social siguen adelante. A lo sumo, algunos son ralentizados para que no salpiquen en el cálculo electoral. El PP es contrario a todas las leyes ideológicas de la izquierda cuando es oposición, muchas hasta las recurre al Constitucional, pero las mantiene todas cuando gobierna, incluso teniendo mayoría absoluta. Quizá hace algún cambio cosmético. Hay que reconocerle a Feijoo, a cada cual lo suyo, que ya ha dicho que no va a tocar la del aborto, ni, probablemente, la trans. Al menos esta vez ya lo avisa. Para los que quieran volver.
Ayuso habla como si la psoecización del PP no estuviera consumada
Ayuso en la playa, mujer de rojo sobre fondo de Sorolla, habla como si la psoecización del PP no estuviera consumada. Cuenta a las señoras mayores que ella es la derecha tradicional, los populares del año 99, que la odian igual que hacían con Esperanza Aguirre.
En efecto, son el Partido Popular de toda la vida con una apretada Agenda 2030.
Como rezaba una estupenda viñeta publicada en esta casa hace pocos días, los madrileños que acudan a las urnas en mayo tendrán que elegir entre alternancia y alternativa.
© La Gaceta de la Iberosfera
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