Sin duda alguna, Federico Jiménez Losantos llegó a ser, en un tiempo y un espacio hoy por desgracia demasiado lejanos, uno de los grandes referentes periodísticos en la penosa travesía del desierto que atravesó, y todavía atraviesa, el mundo de la comunicación libre y veraz al servicio sólo de España y de los españoles.
Por eso, porque no podemos olvidar lo que una vez significó el señor Losantos para la causa de la nación en aquel panorama sombrío de antenicidios, duopolios ilegítimos y otras adquisiciones fraudulentas, es por lo que sólo podemos lamentar en lo más profundo su deriva hacia el descrédito del que una vez fue faro de la opinión libre en España y, hoy, apenas luciérnaga errática al servicio de intereses partidistas.
Unos intereses que pretenden derogar a VOX para fortalecer determinadas ambiciones personalísimas y fortalecer bipartidismos y alternancias que han dañado de gravedad a la nación histórica.
Todo esto queda muy lejos de los principios benéficos que inspiraron la creación de dos marcas de comunicación como Libertad Digital y EsRadio. La mejor prueba de ello es la fuga de tantos empresarios, comunicadores e intelectuales que en aquel tiempo dieron su apoyo a la creación de aquel espacio de información alternativa y que hoy está sujeto a la pulsión maoísta del único que queda de sus notables fundadores, a excepción de don Luis Herrero, exeurodiputado del Partido Popular.
La deriva hacia el servilismo del señor Losantos es audible y legible. Su recurso de las técnicas de deshumanización conocidas en el manual del maoísmo como el insulto, la humillación y la intimidación, es constante. Igual que lo es el tono despectivo y las graves descalificaciones personales que usa contra todo aquel cargo de VOX, real o Víctor del Amo (un supuesto diputado que utilizó durante semanas para cargar contra el partido), al que ataca con fundamentos fingidos y motivaciones espurias.
De sus invectivas e invenciones pocos de VOX se han librado. Quizá sólo aquellos que tengan la fortuna de que el señor Losantos no conozca su nombre. Porque eso, su nombre, es lo que le basta al señor Losantos para iniciar una campaña de destrucción ad hominem de tantos cargos de VOX con el objetivo inconfeso pero evidente de ser la voz de su ama.
Una cronología apenas sucinta de ejemplos de esta táctica del señor Losantos haría que este editorial ocupara un scroll infinito en nuestro periódico, pero están en el recuerdo de todos. Desde entrevistas-trampa como la realizada a Rocío Monasterio, el ninguneo como arma de intimidación constante del vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, o el insulto personal, permanente y, por desgracia, no revisable, al jefe de la delegación de VOX en el Parlamento Europeo, Jorge Buxadé.
Ni siquiera Santiago Abascal ha corrido mejor suerte. En el caso del presidente de VOX, el señor Losantos ha llegado a desinformar a su increíble audiencia menguante achacando a Abascal unas declaraciones inexistentes en las que afirmaba estar dispuesto a entregar las listas de VOX al PP en ciertas circunscripciones electorales.
Con sus ataques y difamaciones, especialmente estas últimas, el señor Losantos ha conquistado el título de proveedor principal de argumentos para la izquierda. Las mismas frases que utiliza cada mañana en su programa radiofónico son repetidas por el PSOE y el resto de partidos separatistas y comunistas para atacar a VOX en sede parlamentaria.
Resulta paradójico que un autócrata poszapaterista como Sánchez y el que fuera una luz en el túnel del zapaterismo como Losantos compartan palabras y adjetivos calificativos y descalificativos para referirse a VOX. Y sin duda no es paradójico, sino patético, que apenas haya diferencias entre las técnicas informativas y opinativas de Libertad Digital para dañar a VOX y las noticias y editoriales publicadas por esas herramientas políticas de la ultraizquierda como son El Plural o Público.
El último, que mañana será penúltimo, artificio del señor Losantos ha sido la publicación, hoy mismo, de una mentira de patas muy cortas como es tratar de hacer pasar un encuentro de buena parte de los 52 diputados de VOX de la pasada legislatura —amigos, compañeros, algunos en activo y otros de vuelta a la actividad privada que es también un servicio a España—, como una supuesta «reunión de críticos» del partido. Esta falsedad es apenas otra molestísima mentira de ese manual de derogación de VOX al servicio de ese Sol (estrella, puerta o plaza) que más calienta al señor Losantos.
Para el señor Losantos, y quizá por su propia trayectoria personal, VOX sólo puede ser ahora y en adelante un partido residual que debe servir de muletilla del Partido Popular. Y no bastaría. Sería suficiente siempre y cuando el propio Losantos controlara el discurso de VOX y el Partido Popular estuviera liderado por la persona correcta que sólo puede ser la que él diga. Será por eso que el tratamiento informativo que ofreció a VOX en la pasada campaña electoral en la Comunidad de Madrid, fue inexistente. Y, en lo poco que hubo, limitado a las necesidades absolutistas de la presidenta Ayuso, a quien el señor Losantos pretende empoderar frente a Feijoo.
Esta es, insistimos, la verdad y lo demás, técnicas de propaganda del señor Losantos que en su deriva regresiva hace tiempo que renunció al liberalismo que promocionaba para entregarse a la lucha por la restauración del corrupto bipartidismo. Una lucha personal y empresarial del señor Losantos, que en las pasadas elecciones generales fue colaborador necesario en la destrucción de tantas esperanzas con la difusión y promoción del voto útil, desde hace tiempo sólo inútil, en favor del PP
Dicen, en fin, que cuando alcanzas la cima del prestigio, a partir de entonces, y por mucho que pretendas solazarte en la cima, sólo puedes descender. Pero una cosa es descender y otra bien distinta arrojarse al vacío del descrédito. Detenga el señor Losantos su caída vertical, agárrese a un saliente y, si le quedan fuerzas para ello, acometa de nuevo la escalada. La única dirección para atacar la cumbre es hacia arriba.
© La Gaceta de la Iberosfera