Desde el resultado de las elecciones europeas y el anuncio de la disolución de la Asamblea Nacional, no han cesado los tejemanejes y componendas. Unión de las Derechas, Nuevo Frente Popular, acuerdos, traiciones, desmentidos, alianzas, retiradas...: estos rejuegos políticos han eclipsado el gran acontecimiento que comenzó el domingo 9 de junio y continuó el 30: el resurgir de un pueblo que se creía desaparecido, fuera del radar y de la historia, desmoronado y "archipelagizado". Los resultados de las elecciones europeas se confirmaron en la primera vuelta de las legislativas: estamos viviendo un momento populista, el regreso del pueblo al escenario de la historia y de la política.
Dinámica electoral
Desde el 9 de junio, las placas tectónicas se han desplazado: en 5 años, RN (Rassemblement Nacional) ha ganado 2,5 millones de electores en las elecciones europeas y 6,5 millones en la primera vuelta de las legislativas, multiplicando por 2,5 su electorado y pasando del 18,5% al 33% de los votos. El número de diputados (y aliados) de RN podría superar la barrera de los 289 para alcanzar la mayoría absoluta el próximo domingo. El Rassemblement National, que muchos pensaban que nunca llegaría al poder, está en condiciones, cincuenta años después de su creación, de hacerlo por fin. El techo de cristal se ha hecho añicos y no hay ninguna razón para que esta corriente se detenga, porque está generando esperanza y renovación. RN, que hasta ahora era una perspectiva lejana, ofrece por fin a sus electores la perspectiva del poder, en la Francia de los perdedores de la globalización, de los abandonados a su suerte, de los “blancos de mierda” que se niegan a desaparecer.
Archipiélago contra continente
En 2019, las investigaciones de Jérôme Fourquet pusieron de manifiesto la "archipelagización" de la sociedad francesa, dividida ahora en diferentes grupos con costumbres, ritos de paso, estilos de vida y visiones del mundo distintos e incluso opuestos. Esta Francia múltiple y dividida se refleja en las declaraciones y promesas electorales clientelistas, con candidatos dirigidos a grupos de interés específicos (jubilados, funcionarios, inmigrantes, agricultores, discapacitados, mujeres, los LGTBIQ+, etc.), lo cual refuerza esta idea de descomposición y el fin de un pueblo unitario formado por mónadas y pequeñas comunidades.
La atomización y la "archipelitización" del pueblo francés, con separatismos territoriales y culturales, son innegables; sin embargo, cuando un tercio de la población francesa vota a un partido político, está claro que esta masa representa más que un archipiélago. un continente unido. La lección de estas elecciones sucesivas es que el pueblo francés sigue existiendo.
El pueblo ha vuelto
No se trata de idealizarlo, simplemente de constatar que el 33% del electorado se ha levantado para recordarnos que aún hay resistencia en la Francia periférica. Hoy, es RN quien está mejor situado para hacerse cargo de esta Francia invisibilizada que, a través de Jordan Bardella y Marine Le Pen, recupera una voz que había perdido.
El pueblo central e histórico, ha sido vapuleado, amordazado, negado su reconocimiento durante 40 años
El pueblo central e histórico, que es mayoritario, ha sido vapuleado, amordazado, negado su reconocimiento durante 40 años y apartado de las representaciones populares. Este pueblo desconocido para nuestras “élites”, constituyue el punto ciego de las discusiones políticas y mediáticas. Esta Francia azul, blanca y amarilla —el color de los chalecos que se llevaban hace 5 años y que presagiaban la revuelta a través de las urnas— ha salido en masa a la luz.
Tomando decisiones contra todos los mandatos de los creadores de opinión, ya fueran periodistas, editorialistas, deportistas o artistas, toda esta gente ha demostrado que aún existe. Todo el mundo se ha implicado, e incluso ha habido vídeos de fans de La Guerra de las Galaxias, de profesionales del turismo y de jugadores de cartas Magic que nos contaban hasta qué la democracia estaba en peligro. Los franceses han puesto la lista RN en cabeza, a pesar de la avalancha de alarmismo, noticias falsas, manipulación, montajes de vídeo engañosos con extractos truncados o declaraciones sacadas de contexto, y mala fe partidista anunciando el apocalipsis. Los medios de comunicación y los opositores han competido en un mano a mano, atizando miedos cada vez más extremos y reclamando el derecho a mentir, manipular y exagerar...
El 33% de los franceses han transgredido los diktats y cruzado la línea roja, y cada vez son más los que lo hacen. Sea cual sea el resultado del próximo domingo, sea cual sea el hecho de que el sistema político francés está podrido hasta la médula, la gran lección de este comienzo de verano es que el pueblo francés vuelve a ser un pueblo.
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