No estamos solos

No están solos ellos —los rusos, de los que habla el artículo—, y nosotros tampoco, los rebeldes de Occidente. La gran dificultad es que, salvo los rusos, los demás defensores de la tradición y la identidad plantean algún que otro problema..., por decirlo suavemente.

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El Occidente poscristiano se basa en la deshumanización del hombre, y ésta es su elección de civilización. Se trata de todo un desafío tanto para los valores religiosos como para los valores del humanismo secular.

Hay mucha gente en América y Europa que no están de acuerdo con la orientación emprendida por sus países, pero no pueden hacer nada. Cualquier intento de resistencia es punible con represalias. La patología en Occidente está sacralizada; de hecho, constituye la base de una nueva religión, una dictadura anticristiana.

Sin embargo, al cultivar sus perversiones, Occidente se condena a sí mismo a la soledad en el mundo global. Las "innovaciones de género" son, en efecto, abominables en casi todas partes. No sólo en Rusia, sino también en China, India, África, el mundo árabe.

Con sus perversiones, Occidente se condena a la soledad en el mundo global

La protección de los valores tradicionales no sólo no nos aísla a nosotros, en Rusia, sino que, por el contrario, nos une a la mayoría absoluta de la humanidad.

Al haber aceptado el desafío de Occidente, nos hemos puesto al frente de la lucha por un escenario futuro en el que las personas sigan siendo personas y se guíen por la ética tradicional.

Elena Panina es miembro del Instituto
de Estudios Estratégicos Rusos

 

 

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