Hace unos días tuvimos una nueva noticia del esplendor del liberalismo madrileño. Es tan próspero que no puede evitar que el dinero público le llegue a los medios de comunicación. Sale a borbotones, por la pura excitación emprendedora y las ganas de volver al mercado, y acaba allí. Sucede sin querer, como una variante de la curva de Laffer. Aunque no quieran, los impuestos salen del contribuyente y llegan a los bolsillos de los periodistas, o más bien de sus jefes y sus cuadrillas de amigos instalados: la Comunidad de Madrid le da a El Mundo 700.000 euros (bueno, 699 y algo), al ABC unos 500.000, a los medios de Losantos unos 450.000, 680.000 a la COPE, 427.000 a Onda Cero (muahaha), 423.000 a La Razón… Si a lo de Ayuso se le añade lo que conceden Bonilla y el PP gallego, valenciano… ¿cuánto reciben estos medios de «la organización»? ¿A partir de qué porcentaje de financiación un medio es de partido? Así cualquiera va de exquisito y moderado, hablando de cuando era niño en el pueblo, del cine de John Ford, de los matices ambarinos que adquiere el negroni cuando la luz madrileña declina en las terrazas… A todo esto lo llamarán liberalismo, hacer el liberalismo, y tan contentos…
En proporción, Ayuso dedica cuatro veces más que Sánchez a la propaganda. Pero es que alguien tiene que luchar contra el comunismo.
Ahora estos medios, y alguno más que olvido, están preparando las Elecciones Gallegas y se repite la matraca del «voto útil». Los periódicos los lee poca gente, pero todos estos «perceptores» van a las tertulias de las radios y las teles a contar que el voto de Vox irá al BNG, basado todo en la científica demoscopia de los michavilas, de éxitos ya acreditados. Es lo que tiene haber acabado con toda posibilidad neuronal en la opinión pública: pueden arruinar una campaña electoral y volver con lo mismo unos meses después.
Según alguna encuesta, el BNG rozaría el 30% del voto, sin duda por VOX. Seguro que la educación y la política lingüística del PP no tienen nada que ver. Que a los niños gallegos les pongan como trabajo en clase convertirse en «técnicos de normalización lingüística» seguro que no explica nada. La Junta está en eso, en la «dinamización lingüística», aunque tienen la delicadeza de no ir multando a los comercios, solo les mandan niños inocentes para captar «neofalantes», neofalantes lingüísticos, no confundir con los otros falantes de la prensa antedicha.
Esto lo hace el PP. Les enseñó su socio Pujol. Si ganan, seguirán con la dinamización lingüística de la mocidade y que arreé el siguiente; si pierden, la culpa será de Vox, aunque los perceptores de fondos no tardarán en ir publicando que existe un informe que relaciona a Feijoo con la trama rusa, que no puede callarse por más tiempo su sospechosa afición al strogonoff y que una emisaria de Putin fue vista en Betanzos, y bla, bla, bla…
En esta colección de monstruitos morales, a cuyo lado Sánchez parece Julio César, consiste la derecha, y con ella habría que romper (otra cosa es que se pueda) epistemológicamente, ontológicamente, simbólicamente, biográficamente, topológicamente, éticamente, existencialmente, estéticamente, espiritualmente, íntimamente, públicamente, filosóficamente, mitológicamente, psicológicamente…
Fuente: La Gaceta