El títere 'gerontófilo' de pelo en pecho

Cordones sanitarios

La plácida singladura de la Quinta República se trastornó cuando Le Pen se coló en la segunda ronda de las elecciones presidenciales de 2002.

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Para entender mejor el ‘modus operandi’ de las fuerzas plutocráticas conviene reparar en el caso francés. La Quinta República instaurada por Charles de Gaulle se asentaba sobre la alternancia y cohabitación en el poder de dos partidos políticos (socialistas y gaullistas) que sobrevivieron, incluso, a las marejadas de la década de los setenta, cuando diversas corrientes de izquierda radical nacidas a rebufo de Mayo del 68 (en realidad, operaciones de falsa bandera auspiciadas por las fuerzas plutocráticas para acelerar los cambios sociales que convenían a su reinado hegemónico) lograron imponer una agenda cultural venenosa. Desde entonces, socialistas y gaullistas fingieron librar una batalla ideológica, mientras se encargaban de impulsar (de forma más o menos acelerada) los cambios sociales que convenían al reinado plutocrático. Pero la plácida singladura de la Quinta República se trastornó cuando Jean-Marie Le Pen se coló en la segunda ronda de las elecciones presidenciales de 2002. Para que este fallo sistémico no llegase a mayores, se exhortó a los franceses progresistas a votar al candidato conservador que competía con Le Pen. Por supuesto, aquella maniobra se presentó –‘risum teneatis’– como un triunfo de la democracia; pero estaba monitorizada por las fuerzas plutocráticas, que habían dejado de confiar en la alternancia y cohabitación de socialistas y conservadores.

Esas fuerzas plutocráticas decidirían más tarde entronizar a un candidato ‘alternativo’ que no fuese más que un títere de sus designios; pero a quien las masas cretinizadas identificaran como ‘transversal’. Así que, desde entonces, se dedicaron a fomentar la atomización de las fuerzas políticas que habían sostenido la Quinta República, a la vez que agitaban la demonización de la ‘ultraderecha’,

... pese a que Marinita Le Pen fue acatando todos los paradigmas culturales del reinado plutocrático

pese a que Marinita Le Pen fue acatando todos los paradigmas culturales que convienen al reinado plutocrático. Sin embargo, Marinita todavía sigue defendiendo, siquiera retóricamente, un recalcitrante soberanismo que retarda su himeneo con las fuerzas plutocráticas. Hasta que ese himeneo se produzca, las fuerzas plutocráticas la castigan con un ‘cordón sanitario’ que asegura la concentración de voto en su títere gerontófilo. La Quinta República, en puridad, ha dejado de existir; pues las fuerzas plutocráticas han encontrado, mediante la técnica del ‘cordón sanitario’, el modo de asegurarse que su títere gerontófilo salga triunfante a piñón fijo, al menos hasta que se pueda representar una pantomima de alternancia con Marinita, cuando termine de aceptar las consignas plutocráticas. Este modelo que tan magníficamente ha funcionado en Francia es el que las fuerzas plutocráticas desarrollarán también en España. Sólo que aquí no necesitarán ni siquiera inventarse un títere que concentre el voto; les bastará con concentrarlo en el partido del Régimen del 78, mientras los tontos útiles peperos se hacen el harakiri, ensayando dengues y melindres, para que no los identifiquen con la ‘ultraderecha’.

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