Garzón y su pala de sepulturero
El lobo feroz: garzonerías
Señoría: esto es una epístola moral, y moral es la autoridad con que la escribo, pues soy huérfano de guerra, mataron a mi padre los de Franco, no los suyos de usted, precisamente en los días a los que sus pesquisas hacen referencia, he dedicado diez años de mi vida y una novela de setecientas páginas a investigar lo sucedido y, sin embargo, le pido por favor, en nombre de mi padre, y en el de todos los caídos en los dos bandos de aquella guerra inicua, que no se meta en eso, porque no es asunto suyo, ni de nadie ya, por suerte, a estas alturas. No hoce en nidos ajenos. Permita, como dijo Jesús, en usted reencarnado, que los muertos entierren a sus muertos. No haga vudú, no los convierta en zombis. Los mató la guerra. Sea usted justo. Tienen derecho a descansar en paz.