Bienestar animal en medio de la gran nevada

¿Dónde estaban en medio de la nevada esos ecologistas que tanto velan por el bienestar animal?

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Buena parte de España se vio afectada por la previsible borrasca que bautizaron como "Filomena”, nombre cuando menos curioso y ante el que no tardaron en alzar la voz las hordas feministas por llevar aparejado el mal tiempo un nombre de mujer.

Esta situación climática demostró nuevamente la imbecilidad de muchos que, lejos que quedarse en casa, actual como borregos, saliendo y embotellando calles y autovías, al tiempo que culpaban de su tozudez a cualquiera que no fuese ellos mismos. Pues bien, mientras los distintos gobiernos gastaban en estos cabestros los medios de que disponían, la realidad para el sector primario era desoladora. Y es que el campo, amigos, nunca para. Los animales han de comer y beber todos los días del año cualesquiera que sean las condiciones meteorológicas. Es ahí, en el sector primario, donde se hace latente el verdadero ecologismo, el auténtico bienestar animal.

Acciones que a muchos les sonarán lejanas e incluso a ciencia ficción —como abrir las puertas congeladas de los cercados, picar el agua congelada de los bebederos, cuando no acarrear bidones y garrafas del líquido elemento por estar las tuberías completamente congeladas, quitar nieve y hielo acumulados en los comederos para poder echar pienso— se convierten en estos días en la rutina para miles de ganaderos cuyo único fin es poder atender a su querido ganado, día sí y día también.

El viento, la nieve y, por añadidura, la humedad y el frío se han convertido estos días pasados en la única compañía de ganaderos y mayorales. En especial, el campo bravo que, además de la persecución mediática del gobierno social-comunista y de un año de ingresos nulos, ha sufrido ahora lo anterior. 

¿Dónde estaban esos ecologistas que tanto velan por el bienestar animal?

Las copiosas nevadas han quebrado la cabeza de muchos ganaderos, incapaces de acceder con sus vehículos a sus explotaciones para cuidar y alimentar a sus reses. Sirvan como ejemplo las diez explotaciones extensivas de vacuno sitas en el municipio de Colmenar Viejo, los cuales, abandonadas por el Gobierno Central —el autodenominado social y comunista—, ha recibido en cambio el apoyo de la Comunidad de Madrid y del Ayuntamiento de Colmenar, quienes, coordinados con el cuerpo de bomberos, han ayudado a acarrear con helicópteros pacas de paja hasta el lugar en el que se encontraban las reses aisladas.

Mientras tanto, ¿dónde están esos ecologistas que tanto velan por el bienestar animal? La respuesta es obvia: enmarcando las postales de gran impacto estético, los hemos podido observar estos días en sus confortables pisos o chalés. Incluso alguno se habrá deleitado viendo a confesas feministas- animalistas completamente desnudas en el jardín de su casa. ¿Alguno de ellos ha sido fotografiado, saco al hombro, alimentando ganado en aquellos lugares donde no podían llegar ni los tractores? ¿Apartando nieve o hielo de las entradas de tantas y tantas explotaciones afectadas? ¿Poniendo sus vehículos a disposición de quien lo necesite? Aunque, en caso de temporal, híbridos y eléctricos sin tracción integral poco o nada pudieran haber hecho, lo cual es otra cuestión.

Ante la demagogia de los ecolistos, quedémonos con el sentido común y el buen hacer de los verdaderos ecologistas, aquellos a quienes debemos ayudar, cuidar y premiar por el buen hacer en la conservación y el mantenimiento de nuestro ecosistema.

Ya se sabe, año de nieves, año de bienes.

Quedémonos con que la nieve es augurio de buena primavera si el hielo no lo impide. Quedémonos con la promesa de los beneficios que pueden acarrear estas nieves tempranas. El campo se beneficia del efecto aislante de los cultivos, con lo cual se reducen las heladas, además de aumentar la capacidad de ahijamiento, al tiempo que se evita un calentamiento excesivo del suelo que impide que la vegetación florezca prematuramente. Y si lo anterior les pareciese poco, señalemos que también se aprovecha la nieve caída para el almacenamiento de agua, humedeciendo la tierra para compensar la posible sequía. Quedémonos con todo esto. Ya se sabe, año de nieves, año de bienes.

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