Feminismo inter species

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El último disparate de PACMA – Partido Animalista Contrario al Medio Animal – consiste en decir, abogar y defender que el 8 de marzo es el día no sólo de las mujeres sino también de sus congéneres del reino animal: vacas, cabras, ratas y cucarachas se suman a la celebración de tan importante onomástica. Luchan desde el partido animalista por un feminismo antiespecista, de todas y para todas, sin distinciones. Si observan el cartel con el que esto pregonan, mujer y vaca comparten escena bajo el lema “¡ni oprimidas ni opresoras!”. Desde luego, lástima por el género bos, al que utilizan sin su consentimiento, sobre todo teniendo en cuenta que, dentro de los colectivos que consideran oprimidos, tan sólo la mujer tiene derecho a voto.


A partir de ahora deberíamos empezar a preguntar y sondear – previo estudio detallado, de esos a los que acostumbran desde el chiringuito de la chochorrada – a vacas, ratas y perras para conocer su parecer: si se sienten discriminadas en su manada; si sus amos les dan un trato despectivo en función de su sexo; si la alimentación es diferente por su condición biológica; o, si una vez fileteadas, el kilo de carne de la hembra tiene el mismo precio que el del macho. Aunque la pregunta que nos quita a todos el sueño es si las hembras del reino animal están conformes con el género que la naturaleza les ha dado. Caso curioso, por si lo desconocen los subvencionados estudiosos de la igualdad de género, son dos especies que podemos considerar transgénero y que existen en las dehesas y montes comunales desde siempre. Son la vaca-toro y la vaca machorra.  La primera se refiere a la vaca en celo, dado el nombre por su comportamiento, pues la vaca, fruto de su excitación, actúa como un toro, montando y siendo montada por otras vacas. Es decir, hembra monta hembra, y es montada por hembras. ¿Ejemplo de género fluido? Lo que no sabemos, es si la relación es consentida. ¿Sólo sí es sí o hay matices en el mundo animal? Juzguen ustedes, porque el que esto escribe, entre la multiplicidad de géneros, se pierde – y tampoco se preocupa por encontrarse –. Nuestro segundo ejemplo, la vaca machorra, aunque puede referirse bien a aquella que queda más de un año sin parir, bien a la res estéril, se refiere comúnmente a la hembra de vacuno, generalmente de edad avanzada, que no ha sido fecundada por un macho. Lo que desconocemos es, si como pregona la secretaria de Igualdad, se autoestimulan y por ello no necesitan macho alguno.

Desde luego, la inteligencia brilla por su ausencia en unas mentes de serrín que no saben qué hacer ni inventar para llamar la atención, y que no han podido elegir  mejor momento para el fomento de un feminismo inter species. ¡Cuántas interrogantes tiene para resolver el Ministerio de Desigualdad! La cuestión que me ronda es qué suma de dinero destinará a tan importante y exhaustivo estudio: ¿Cien mil marchantes al igual que el estudio sobre la prostitución? Se me antojan escasos, pues hay bastantes más vacas que suripantas .

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