No se trata del agua de ninguna “instalación”, de ninguna fuente. Se trata del agua, por el contrario, más natural, más suya, menos domesticada, más salvaje, más enfurecida y a la vez más retenida, que imaginarse pueda. Se trata del agua de las cascadas más colosales del mundo. El agua que, abismándose desde las alturas, convierte el misterio de su presencia —sin utilidad, sin explotación, sin domesticación, sin rentabilidad…— en belleza.
Las cascadas más espectaculares del planeta
Y el agua se convierte en arte
No se trata del agua de ninguna "instalación", de ninguna fuente. Se trata del agua, por el contrario, más natural, más suya, menos domesticada, más salvaje, más enfurecida y a la vez más retenida, que imaginarse pueda. Se trata del agua de las cascadas más colosales del mundo. El agua que, abismándose desde las alturas, convierte el misterio de su presencia —sin utilidad, sin explotación, sin domesticación, sin rentabilidad…— en belleza.
Todos los artículos de El Manifiesto se pueden reproducir libremente siempre que se indique su procedencia.
¿Te ha gustado el artículo?
Su publicación ha sido posible gracias a la contribución generosa de nuestros lectores. Súmate también a ellos. ¡Une tu voz a El Manifiesto! Tu contribución, por mínima que sea, dará alas a la libertad.
Quiero colaborar